Con tres fachadas marítimas –cantábrica, atlántica y mediterránea–,  España ocupa el puesto 14 y el tercero de Europa entre los países con más kilómetros de costa, más de 7.900, debido a su condición peninsular y a sus dos archipiélagos, Baleares y Canarias. La llamada ‘economía azul’, es especialmente importante para España, primer productor pesquero de la Unión Europea con un 20% de la producción y casi una cuarta parte de la flota. En acuicultura ocupa el 20º lugar del mundo, según datos de 2019 de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España, APROMAR. Actualmente, ante la amenaza global del cambio climático, la sobreexplotación de los recursos marinos y la contaminación de mares y océanos, la investigación y protección del medio marino son más vitales que nunca.

Los principales centros de investigación oceanográfica en España se articulan en torno a dos grandes instituciones públicas de ámbito estatal: el Instituto Español de Oceanografía (IEO), creado en 1914, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, fundado en 1939, la agencia estatal para la investigación científica y el desarrollo tecnológico, que engloba la investigación marina en su área de Recursos Naturales.

Con más de cien años de historia, el Instituto Español de Oceanografía cuenta con una sede central en Madrid y nueve centros de investigación, situados en A Coruña, Baleares (Palma), Cádiz, Canarias (Tenerife), Gijón, Málaga, Murcia, Santander y Vigo; cinco plantas de experimentación de cultivos marinos, 12 estaciones mareográficas, una estación receptora de imágenes de satélite (en el centro oceanográfico de Santander) y una flota de una veintena de embarcaciones. Cuenta, además, con un submarino no tripulado capaz de operar a más de 2.000 metros de profundidad, el ROV (Remote Operated Vehicle) LIROPUS 2000. El Instituto representa a España en la mayoría de los foros científicos y tecnológicos internacionales y es el asesor oficial del Gobierno en materia de pesca. Sus investigaciones se desarrollan en tres áreas: recursos pesqueros, acuicultura y estudio y protección del medio ambiente marino, y, actualmente, desarrolla más de 270 proyectos.

En las plantas de cultivos marinos del IEO se han conseguido hitos pioneros como la reproducción con éxito del pulpo común en cautividad, por primera vez en el mundo: concretamente en el centro oceanográfico de Vigo en 2018. En el centro oceanográfico de Murcia, situado en la localidad de Mazarrón, se encuentra una instalación científica catalogada como “singular” por la Administración española: la Infraestructura para el Cultivo del Atún Rojo (ICAR), única en el mundo para la especie. Está formada por la Planta de Cultivos Marinos y la Instalación para el Control de la Reproducción del Atún Rojo del Atlántico (ICRA). La planta de Canarias se centra en el cultivo de peces marinos y cefalópodos, mientras que la de El Bocal, en Santander, es la mayor instalación de España dedicada al cultivo de algas para alimentación humana.

Por su parte, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dentro de su área de Recursos Naturales, cuenta con distintos Institutos, que operan de manera autónoma y descentralizada, y la Unidad de Tecnología Marina, que gestiona y presta apoyo a la flota oceanográfica y a las dos bases polares españolas.

Entre los institutos del CSIC, destaca el de Ciencias Marinas de Barcelona, el mayor centro de investigación marina de España.  Dos grupos de investigación de este centro forman parte de la mayor expedición científica en el Ártico de la historia, MOSAIC. Promovida por una institución alemana, se inició en septiembre de 2019 con investigadores de 20 países a bordo del rompehielos alemán Polarstern, para pasar un año estudiando el calentamiento global. Vigo es también la sede del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC, que entre sus logros recientes ha conseguido la reproducción en cautividad del hipocampo o caballito de mar, en peligro de extinción.

Otros centros del CSIC en España son el Instituto de Torre de la Sal en Torreblanca, Castellón, y el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, en Cádiz, especializados en acuicultura; el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, Girona, o el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) en Mallorca, un centro mixto con la Universidad de las Islas Baleares que investiga sobre el “cambio global” (el impacto de la actividad humana en la biosfera) y desarrolla instrumentación para la investigación marina. Participa, además, en otra infraestructura científica singular, el SOCIB o Sistema de Observación Costero de las Illes Balears, que recoge y proporciona datos de gran valor para salvamento marítimo, entre otras aplicaciones.

El CSIC lideró en 2010 la mayor expedición oceanográfica española hasta la fecha: bautizada Malaspina en honor al capitán de fragata de la Armada Española Alejandro Malaspina (1754-1810), recorrió en nueve meses 75.000 kilómetros, con más de 250 investigadores a bordo de los buques oceanográficos Hespérides y Sarmiento de Gamboa. El proyecto estudió en aguas profundas y en tres océanos múltiples fenómenos que afectan al medio marino (calentamiento, acidificación, desoxigenación, contaminación, microoorganismos marinos, población de peces, etc.) y recogió más de 200.000 muestras, algunas hasta a 4.000 metros de profundidad, de las que cerca de 20.000 forman parte de un banco que permanecerá sellado durante 30 años para su estudio en el futuro.

Además de los centros de investigación, desde 2016 España cuenta con una innovadora infraestructura: la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN), gestionada por un consorcio formado por el Gobierno central y el de la Comunidad Autónoma de Canarias. Situada en Telde, Gran Canaria, es una de las más grandes de este tipo en Europa. Su principal instalación es una plataforma oceánica ubicada a milla y media de la costa, en un área reservada de 23 km2 que se usa como banco de ensayos. Dispone de  drones marinos y otros equipamientos de última generación, y actualmente desarrolla, entre otros, proyectos de energías renovables de origen marino, cambio climático, desalación de agua, aprovechamiento de recursos costeros, conservación de cetáceos, contaminación acústica marina, y robótica e innovación para la investigación marina.

Las bases españolas en la Antártida

Base española en la Antártida Juan Carlos I. / FOTO_CSIC

Las dos bases españolas en el Polo Sur se encuentran en el archipiélago de las Shetland del Sur y solo están operativas durante los cuatro meses del verano austral. El Comité Polar Español coordina sus actividades, mientras que la logística es responsabilidad de la Unidad de Tecnología Marina del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La Base Juan Carlos I, inaugurada en 1988, está situada en la Península Hurd de la Isla Livingston, a unas 20 millas de navegación de la base española Gabriel de Castilla, abierta en 1989. Situada en Isla Decepción, depende del Ejército de Tierra y del CSIC, en cuanto a la gestión científica. Ambas investigan sobre geología, biología, glaciarismo, atmósfera, química, impacto humano, ingeniería de comunicaciones, meteorología, cambio climático, vulcanología, geodesia, hidrografía y oceanografía

La flota oceanográfica española

Buque oceanográfico Hespérides. / FOTO_CSIC

Desde 2013, España ha unificado la gestión de su flota de investigación oceanográfica, (adscrita al IEO o al CSIC) bajo la unidad FLOTPOL. Parte de esta flota está clasificada como como ‘Infraestructura Científico-Técnica Singular’, o ICTS.  Está formada por un total de 10 buques oceanográficos, incluyendo el Hespérides de la Armada Española, de 82,5 metros de eslora. Con base en Cartagena (Murcia), entró en servicio en 1991 y fue completamente modernizado entre 2003 y 2004. Ha llevado a cabo más de 120 campañas en la Antártida, en el Ártico y en los océanos Pacífico y Atlántico, y colabora en el apoyo a las dos bases antárticas españolas. Su equipamiento científico está íntegramente gestionado por la Unidad de Tecnología Marina del CSIC.

  • Flota del CSIC: el principal buque es el Sarmiento de Gamboa, de 70,5 metros de eslora, botado en 2006. Cuenta con tecnologías avanzadas de navegación (como el posicionamiento dinámico) y fue el primer buque oceanográfico español que pudo trabajar con vehículos operados por control remoto a grandes profundidades. Además, el CSIC dispone de dos buques de ámbito regional, el García del Cid, con base en Barcelona, que opera en el Mediterráneo Occidental, la zona ibérica del Atlántico y las Islas Canarias, y el Mytilus, botado en 1997, con base en Vigo y que opera sobre todo en la costa gallega.
  • Flota del IEO: Entre la veintena de embarcaciones de que dispone, destacan los dos buques oceanográficos gemelos Ramón Margalef y Ángeles Alvariño, de 46 metros, entregados en 2011 y 2012. El Francisco de Paula Navarro, por su parte, es un barco polivalente con base en Palma de Mallorca, que se utiliza principalmente en el Mediterráneo. A esta flota se sumará un nuevo buque oceanográfico de cerca de 90 metros y alcance global, que tendrá base en Cádiz y que se prevé esté operativo a partir de 2023. El proyecto está financiado por la Comisión Europea.
  • El consorcio Sistema de Observación Costero de las Islas Baleares (SOCIB) cuenta con un catamarán de 24 metros que se emplea en la respuesta rápida ante vertidos de petróleo y en estudios para la conservación del atún rojo y proliferación de medusas.