Gases de efecto invernadero – ITRANSPORTE https://www.revistaitransporte.es INGENIERÍA Y CONSULTORÍA DEL TRANSPORTE Wed, 02 Sep 2020 18:09:36 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.9.4 Sin dejar rastro… de carbono https://www.revistaitransporte.es/sin-dejar-rastro-de-carbono/ Wed, 19 Aug 2020 12:10:28 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=4648

Toda actividad, individual o colectiva, ya sea la fabricación de un producto, la prestación de un servicio o el funcionamiento de una organización, genera un impacto medible en el medio ambiente debido a sus emisiones de gases de efecto invernadero (GEI): es lo que se conoce como ‘huella de carbono’. Las emisiones de GEI, en concreto, son las causantes del calentamiento global y, por tanto, del cambio climático, de ahí que el objetivo número 13 de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas sea Acción por el Clima. El primer paso es medir estas emisiones y, a partir de ahí, definir y poner en marcha las acciones necesarias para reducirlas o compensarlas, todo ello siguiendo las metodologías establecidas por las organizaciones internacionales.

Según datos de 2019 del Ministerio para la Transición Ecológica, el sector transporte es el responsable del 26% de las emisiones de gases de efecto invernadero en España, de las que un 3,5% corresponden a la aviación. Ante el actual escenario, y pese con la inevitable afección que supone la pandemia para el sector aéreo y el turismo, las necesidades de conectividad siguen siendo ineludibles. Los aeropuertos prevén iniciar la recuperación de forma gradual, y deberán ir adaptándose a la nueva demanda sin perder de vista los factores ambientales en su gestión.

Durante el 29º Congreso Anual y la Asamblea General del Consejo Internacional de Aeropuertos de Europa (ACI Europe), celebrado en junio de 2019 en Chipre, la mayoría de los operadores aeroportuarios europeos se comprometieron formalmente a lograr el objetivo de cero emisiones de carbono en 2050 y a trabajar para acelerar la descarbonización del sector aéreo. Aena, el operador aeroportuario español y uno de los mayores del mundo, se adhirió también a esta iniciativa, denominada NetZero2050. Este acuerdo marca un significativo hito en las acciones que los aeropuertos están adoptando para luchar contra el cambio climático, y requiere que el sector aéreo establezca objetivos ambiciosos de reducción de emisiones. Estos objetivos, alineados con los establecidos en el Acuerdo de París, deben respaldar la estrategia de la UE sobre el cambio climático, que persigue la neutralidad en carbono para 2050.

ACI Europe emite la única certificación existente en el ámbito aeroportuario dedicado al reconocimiento de los esfuerzos voluntarios para reducir las emisiones de CO2, la Airport Carbon Accreditation (ACA), creada en 2008 y a la que hoy están adheridos 297 aeropuertos de todo el mundo. Ineco realiza para Aena los trabajos de cálculo y verificación de la huella de carbono para la obtención de esta acreditación, con la que hasta ahora cuentan ocho aeropuertos españoles, entre ellos los que cuentan con mayor número de pasajeros, Adolfo Suárez Madrid-Barajas (del que únicamente se realiza la verificación) y Josep Tarradellas Barcelona-El Prat.

Dentro del programa ACA, se establecen cuatro niveles de acreditación, de menor a mayor grado de actuación sobre sus emisiones: los niveles 1 ‘inventario’; 2 ‘reducción’; 3 ‘optimización’ y 3+ ‘neutralización’.

Actualmente, los aeropuertos de Alicante, Menorca y Santiago de Compostela han renovado la certificación de nivel 1 ‘inventario’; y Madrid, Barcelona, Lanzarote y Palma de Mallorca la de nivel 2 ‘reducción’.

Los aeropuertos acreditados en nivel 2 han llevado a cabo un Plan de Gestión del Carbono con medidas para reducir sus emisiones de CO2, que a su vez se sitúa dentro del marco de la Estrategia de Cambio Climático de Aena. Entre estas medidas destaca el Plan Fotovoltaico, que permitirá generar el 70% de energía de autoconsumo para la red a partir de 2026. Este porcentaje, según Aena, evitará la emisión a la atmósfera de 167.000 toneladas de CO2 al año.

La compra de energía de origen renovable y otras actuaciones de mejora de la eficiencia energética junto con la compensación de las emisiones restantes permitirá conseguir que los principales aeropuertos españoles, Adolfo Suárez Madrid-Barajas y Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, sean neutros en carbono en 2030, lo que les otorgará la acreditación de nivel 3+, el nivel más alto de la ACA. Ineco está colaborando con Aena en los estudios previos para alcanzar este objetivo.

En la práctica, obtener esta acreditación supone que el aeropuerto que la consigue ha logrado neutralizar su huella de carbono, tanto reduciendo al máximo sus emisiones como compensando las restantes. Para ello, es necesario invertir en proyectos de absorción o reducción de carbono.

Cómo se calcula la huella de carbono

Para elaborar la huella de carbono se han de seguir procedimientos de acuerdo a estándares internacionales. Para la obtención de la acreditación ACA es necesario realizar el cálculo anual de las emisiones bajo la metodología GHG Protocol (Protocolo de Gases de Efecto Invernadero) desarrollada conjuntamente en 1998 por el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD) y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI), junto con empresas, gobiernos, y grupos ambientalistas de todo el mundo. Esta metodología cumple con los requerimientos de la norma UNE EN ISO 14064-1, para la cuantificación y la declaración de las emisiones y reducciones de gases de efecto invernadero.

La contabilidad de las emisiones se realiza sobre las actividades incluidas dentro de los límites organizativos, de acuerdo a los criterios del GHG Protocol. En el caso de los aeropuertos de Aena, aquellas actividades sobre las que cuenta con autoridad para introducir e implementar sus políticas operativas.

Aena quiere lograr que los aeropuertos de Madrid y Barcelona sean neutros en carbono en 2030, lo que les otorgará el máximo rango de acreditación: el nivel 3+

Partiendo de los límites de la organización, las operaciones que realiza, y su influencia sobre dichos límites, se diferencian tres alcances.

El alcance 1 incluye las emisiones directas, como la combustión estacionaria, la combustión móvil y las emisiones derivadas de procesos, como las fugas de los gases refrigerantes de los equipos de climatización.

Bajo este enfoque, se incluyen como fuentes emisoras directas aquellas de las que es responsable la dirección del aeropuerto: la combustión estacionaria, que incluye a los grupos electrógenos, los generadores portátiles, las calderas y las prácticas del servicio de extinción de incendios (SEI); la combustión móvil, que incluye tanto a los vehículos ligeros como pesados pertenecientes al propio aeropuerto; y por último, los procesos, donde se incluyen las emisiones derivadas de las posibles fugas de gases refrigerantes de los equipos de climatización y las emisiones derivadas de la depuración de aguas.

El alcance 2 comprende las emisiones derivadas de la generación de la electricidad adquirida y consumida por Aena en cada aeropuerto.

El alcance 3 comprende las correspondientes a terceras partes, es decir, integra el resto de las emisiones indirectas. Entre otras, las producidas por las aeronaves de las compañías aéreas que operan en el aeropuerto durante el ciclo LTO (ciclo de aterrizaje y despegue); los vehículos y maquinaria que proporcionan servicios de handling o asistencia a los pasajeros y aeronaves; el consumo de energía por parte de concesionarios, los accesos terrestres y los viajes de trabajo de los  empleados, entre otras.

Una vez concluidos los cálculos, se emite un informe final de huella de carbono, donde se recogen todos los resultados, factores utilizados, datos de actividad, etc. De acuerdo al GHG Protocol, todos los datos aportados deben estar documentados y los cálculos deberán de realizarse según metodologías reconocidas. El informe debe estar certificado por una entidad externa e incluir propuestas de mejora.

Algunas preguntas clave

HORIZONTE SIN CARBONO:2050. Imagen del 29º Congreso Anual de ACI Europa, celebrado en 2019 en Chipre. / FOTO_ACI EUROPA

  • ¿Qué es? La huella de carbono de una organización mide la totalidad de las emisiones directas e indirectas de GEI (representados en dióxido de carbono equivalente, CO2e) derivadas del desarrollo de la actividad de dicha organización.
  • ¿Para qué sirve? La huella de carbono sirve para medir el impacto que provocan las actividades del ser humano en el medio ambiente. Una vez obtenida la huella de carbono de una organización, se dispone de una serie de datos que permiten planificar su reducción, por lo que resulta un método útil para cuantificar, reducir y neutralizar las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y contribuir a mitigar el cambio climático.
  • ¿Qué son los GEI (gases de efecto invernadero)? Según el Protocolo de Kyoto, son: dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), que en un 61% procede de la agricultura y la ganadería, alrededor de un 31% de los residuos y aproximadamente un 8% de la quema de combustibles; óxido nitroso (N2O), que procede en un 74% de la agricultura, en un 16% de la combustión de combustibles fósiles y en un 4% de la industria química y del manejo de aguas residuales; hidrofluorocarbonos (HFC), que son generados en su totalidad por los equipos de refrigeración aire acondicionado y los extintores de fuego; perfluorocarbonos (PCF), que se originan en un 100% por la producción de aluminio y extintores de fuego; hexafluoruro de azufre (SF6), que producen los equipos eléctricos; y trifluoruro de nitrógeno (NF3), resultado de la fabricación de semiconductores, LCD y células fotovoltaicas. De todos ellos, el más importante es el CO2, pues su contribución al efecto invernadero es mayor que la del resto de los gases emitidos directamente por la actividad humana. La tonelada de CO2-equivalente es la unidad universal de medida que tiene en cuenta el potencial de calentamiento atmosférico o potencial de calentamiento global de cada uno de estos gases.
  • ¿Cómo se hacen los cálculos? Una vez seleccionadas las actividades a estudiar, recopilados los datos y acotado el período de tiempo de análisis –normalmente el año natural inmediatamente anterior al del cálculo–, se multiplica el dato de cada actividad (por ejemplo, el consumo eléctrico) por su correspondiente factor de emisión (regulado periódicamente en fuentes oficiales). Este factor indica la cantidad de CO2 que produce la actividad. Como resultado de esta fórmula se obtiene una determinada cantidad (habitualmente, toneladas) de dióxido de carbono equivalente (CO2e).
Fuentes: Guía para el cálculo de la huella de carbono y para la elaboración de un plan de mejora de una organización (Ministerio para la Transición Ecológica de España); Aena.

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