Los parques naturales, a diferencia de los nacionales, son declarados por las regiones o comunidades autónomas, que tienen las competencias exclusivas en su gestión. España cuenta con 132, que resultan fundamentales para la protección del medio ambiente, ya que abarcan una superficie total de 3,5 millones de hectáreas (frente a las algo más de 380.000 hectáreas de los 15 parques nacionales existentes), alrededor de un 7% de la superficie del país.

Estos extensos espacios protegidos son grandes desconocidos tanto para el público nacional como para el turismo internacional, que suele asociar España con un destino de “sol y playa”. Sin embargo, el territorio nacional ofrece una variedad orográfica, geológica y climática que, junto con la acción humana, a lo largo de los siglos ha generado paisajes de una sorprendente diversidad, con una riqueza faunística y vegetal igualmente variada.

Áreas de montaña

Los primeros pasos en protección de espacios naturales en España datan de principios del siglo XX, con la declaración en 1918 de lo que hoy es el parque nacional de los Picos de Europa, primero de España y el segundo del mundo (tras Yellowstone, en EEUU, declarado en 1872).

En la vertiente leonesa de esta cordillera que separa Castilla y León de Asturias se encuentra, precisamente, el más reciente hasta la fecha: el parque natural de Babia y Luna, declarado en 2015, junto con el de las Cabeceras de los ríos Ter y Freser, en Girona (Cataluña). Se trata de un área de montaña de gran valor paisajístico y etnográfico, vinculada al pastoreo y a la ganadería trashumante.  Alberga poblaciones de lobo ibérico salvaje, aves alpinas y rapaces, y bisonte europeo (en reservas), entre otras especies, como el autóctono caballo hispano-bretón.

La lista de parques naturales en áreas de montaña, en un país con uno de los relieves más accidentados de Europa, es muy larga. Entre otros muchos, cabe mencionar los parques naturales de Somiedo y Redes, en Asturias. En este último se encuentra el Tabayón del Mongayu, un salto de agua de 60 metros de altura de origen glaciar, declarado monumento natural en 2003.

Agua y roca

La interacción entre la roca y el agua ha producido espectaculares lagunas de montaña como la de Certascan, en el parque natural del Alto Pirineo, en Cataluña, o la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, en Soria. Entre las provincias de Salamanca y Cáceres se sitúa el parque natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, donde se encuentra el Meandro del Melero, un paisaje realmente mágico y poco conocido donde una cerradísima curva del río forma un meandro unido a la orilla por una estrecha franja de terreno, pero que desde el Mirador de la Antigua tiene el aspecto de una isla en medio de un bosque.

La España interior esconde otras maravillas también esculpidas por la acción del agua, como las Hoces del río Duratón, al noreste de Segovia, o el Cañón del río Lobos, entre Soria y Burgos. En la provincia gallega de Ourense, el parque natural Baixa Limia-Serra do Xurés alberga la desembocadura del arroyo de A Fecha en forma de cascada, que en época de lluvias es la más alta de Galicia. En la provincia de Guadalajara se sitúa el parque natural del Alto Tajo, con sus cañones y hoces fluviales, y agujas y monolitos de caliza y arenisca roja sobre las que vuelan águilas reales, halcones peregrinos, alimoches, buitres leonados y búhos reales.

Tesoros verdes

El haya, característica de los bosques templados europeos, es protagonista en espacios como el Hayedo de Tejeda Negra en Guadalajara y el parque natural de Pagoeta, en Guipúzcoa. En las Fragas del Eume, en A Coruña, robles, abedules, castaños y otras especies forman un frondoso bosque a las orillas del mar. En las islas Canarias, que cuentan con 11 parques naturales, cabe mencionar la Corona Forestal de Tenerife o el Pinar de Tamabada de Gran Canaria.

Por otro lado, el mayor bosque de alcornoques de la península ibérica se halla en el parque natural de Los Alcornocales, en la provincia de Cádiz, y en el parque natural de la Sierra de María-Los Vélez, al norte de Almería, se puede visitar una sabina albar de más de mil años de antigüedad. En el parque natural de las Sierras de Cazorla crecen casi un centenar de pinos de más de 1.300 años, y el que se considera el tejo milenario más antiguo de Europa, de más 2.000 años de edad.

Desiertos y costas

En el otro extremo paisajístico se encuentran las zonas desérticas, como las del parque natural de Cabo de Gata, en Almería. Lo singular es que unos mil kilómetros al norte, en Navarra, se encuentra el desierto de las Bárdenas Reales, un árido paisaje lunar que resulta difícil asociar con una región tan septentrional. En él se encuentra el monumento natural conocido como Castildetierra, una peculiar formación rocosa cónica fruto de la erosión. Hacia el este, el parque natural de la Garrotxa, en Girona, oculta otra sorpresa geológica: más de 40 conos volcánicos y 20 coladas de lavas basálticas. También de origen volcánico es el archipiélago y parque natural Islas Columbretes, en Castellón.

El extenso litoral español, de más de 5.900 kilómetros, cuenta con numerosos espacios naturales protegidos, como las lagunas salinas de La Mata y Torrevieja, en Alicante, y las Albuferas de Valencia y Mallorca, donde se pueden encontrar, entre otras aves, vistosos flamencos, al igual que en el parque natural Ses Salines de Ibiza y Formentera, en Baleares. En cuanto a la fauna marina, el parque natural Islote de Lobos, al nordeste de Fuerteventura, en Canarias, recibe su nombre de las focas monje o lobos marinos que lo habitan. Por su parte, el parque natural del Estrecho de Gibraltar está considerado uno de los mejores lugares de Europa para el avistamiento de cetáceos, como delfines, cachalotes, rorcuales, calderones y una población permanente de orcas ibéricas, que se alimentan de atún rojo del Mediterráneo.