Marca España – ITRANSPORTE https://www.revistaitransporte.es INGENIERÍA Y CONSULTORÍA DEL TRANSPORTE Thu, 07 Apr 2022 15:27:53 +0000 es hourly 1 https://wordpress.org/?v=5.9.4 Salvados del abismo https://www.revistaitransporte.es/salvados-del-abismo/ Sun, 03 Apr 2022 22:11:19 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=5928

Los restos paleontológicos indican que hace millón y medio de años ya había linces en toda la Península Ibérica, aunque poco a poco fueron reduciendo su presencia a unas pocas zonas dispersas en Extremadura, sur de Portugal y Andalucía. El Lynx pardinus es una especie endémica característica del bosque mediterráneo y una de las cuatro que existen en el mundo, junto con el lince boreal o euroasiático (Lyx lynx), que se extiende por el norte de Europa y gran parte de Asia, el canadiense (Lynx canadensis, América del Norte) y el rojo (Lynx rufus, sur de Canadá, EEUU y norte de México). 

Todos ellos cuentan con la calificación de ‘menor preocupación’ por la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés). Excepto el lince ibérico, que desde los años 60 del pasado siglo y especialmente durante las décadas de los 80 y 90, experimentó una drástica disminución de una población que, a la vista de los escasos registros históricos, de por sí ya no era particularmente numerosa. Así lo dedujeron los primeros expertos que llamaron la atención sobre la situación de la especie, declarada en 1986 “en peligro crítico de extinción”. A comienzos de los años 2000 se contabilizaron menos de 100 individuos, con lo que la especie se consideraba prácticamente desaparecida. 

Sin embargo, el Gobierno central y las Administraciones regionales españolas, junto con el Gobierno portugués y diversas entidades públicas y privadas, instituciones y ONG lograron reaccionar y aunar esfuerzos. En 1999, se aprobó la Estrategia Nacional del Lince Ibérico, basada en crear centros de cría ex situ (en cautividad) para obtener ejemplares que se pudieran liberar posteriormente. En 1992, se abrió el primer centro, El Acebuche, ubicado en el Parque Nacional de Doñana. Actualmente, existen cinco: tres en Andalucía (El Acebuche, La Olivilla, en Jaén y el Zoobotánico,  en Jerez de la Frontera), uno en Extremadura (Zarza de Granadilla, en Cáceres) y otro en Portugal (Centro de Silves). 

Paralelamente, se promovieron acciones para proteger y recuperar el bosque mediterráneo y las poblaciones de conejo. Este roedor, objeto actualmente de otro programa de recuperación (LIFE Iberconejo), es fundamental no solo para la alimentación del lince sino también para la de otras 40 especies, entre ellas el águila imperial ibérica, también amenazada.

A los desafíos organizativos se unían los científicos, derivados de afrontar la conservación de una población tan reducida y, por tanto, muy pobre genéticamente. El programa europeo LIFE aportó más de la mitad de los fondos de los sucesivos proyectos que, dos décadas después, lograron obrar el milagro. 

El programa ex situ ha logrado que actualmente haya 12 poblaciones de lince en tres comunidades autónomas: Andalucía, Castilla La Mancha y Extremadura, más otras dos en Portugal. En 2020, se superó la cifra simbólica de 1.000 individuos, con un récord histórico de nacimientos, y los últimos datos de mayo de 2021 arrojaban un balance de más de 1.100 ejemplares. 

El siguiente objetivo, recogido en el proyecto LynxConnect, aprobado por la Comisión Europea y que se extenderá hasta 2024, es interconectar estos núcleos de manera segura, luchando contra el furtivismo, la caza ilegal y la lacra de los atropellos, que se ha cobrado la vida de, al menos, 150 de estos valiosos ejemplares desde 2002. Facilitar la movilidad natural de los linces permitirá unificar la población y aumentar la diversidad genética, fundamental para salvar la especie. Los expertos del Grupo de Trabajo del Lince calcularon en 2019 que esto solo será posible –y aun así seguirá siendo vulnerable–,  si en 2040 se logra triplicar la población actual, hasta una cifra de entre 3.000 y 3.500 ejemplares, de los que unos 750 deberán ser hembras reproductoras.

Esperanza para la fauna ibérica

España, que cuenta con más de 85.000 especies de animales, plantas y hongos, en los últimos 25 años ha logrado salvar de la extinción –si bien conservan su estado de vulnerabilidad– a las llamadas “cinco grandes” de su fauna endémica: además del lince ibérico, el oso pardo, rapaces como el águila imperial ibérica y el quebrantahuesos, y el lobo ibérico. 

  • El del quebrantahuesos (Gypaetus barbatus) es un caso similar al del lince: hace 25 años solo quedaban unas 30 parejas reproductoras de esta enorme ave carroñera de más de tres metros de envergadura. Hoy, su población supera el millar de ejemplares y se encuentran sobre todo en el sur del Pirineo, Sierra de Moncayo (Aragón), al menos cinco parejas en la Sierra de Cazorla, en Jaén (Andalucía), y han sido reintroducidos en los Picos de Europa. En 2022, se prevé hacerlo en la Sierra de Gredos (Ávila). 

Quebrantahuesos. / FOTO_F. QUEBRANTAHUESOS

  • El águila imperial ibérica (Aquila adalberti), especie catalogada como en peligro de extinción, es una de las rapaces más amenazadas del planeta. A finales de los años 70, su población era inferior a 50 parejas reproductoras. Sin embargo, en la actualidad superan las 600. 

Águila imperial ibérica. / FOTO_CAM

  • Otro caso de éxito es el oso pardo cantábrico (Ursus arctos pyrenaicus), del que hace dos décadas llegaron a contabilizarse apenas 50 individuos en libertad. Actualmente, suman unos 330 ejemplares, la mayoría en la zona occidental de Asturias, unos 30 en el norte de León, Palencia y sur de Cantabria, y otros tantos en el Pirineo oscense y catalán.

Oso pardo cantábrico. / FOTO_NEUSITAS (WIKIPEDIA)

  • En cuanto al lobo ibérico (Canis lupus signatus), se calcula que existen unas 300 manadas compuestas de entre 2.000 y 2.500 individuos. Prácticamente extinguido en el sur de España, el 95% de su población se concentra en Asturias, Cantabria, Galicia y Castilla y León, donde se ha recuperado desde los años 90 y se expande al norte del río Duero. Al compartir sus territorios con actividades humanas como la ganadería, su conservación es controvertida, y requiere tanto de medidas de protección –a principios de 2021 el Gobierno lo incluyó en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, lo que en la práctica supone la prohibición de su caza–, como de apoyo a los sectores afectados: solo en 2020 se perdieron unas 2.600 cabezas de ganado por ataques de lobo. Las organizaciones conservacionistas como WWF abogan por la coexistencia y proponen medidas compensatorias y preventivas como pagos rápidos a los ganaderos en caso de ataques, uso de vallados electrificados y perros mastines, recuperación de la figura del pastor o el fomento de la ganadería extensiva, entre otras.

Lobo ibérico. / FOTO_SUSO MARTÍN (CENTRO DEL LOBO IBÉRICO)

retrato de un tesoro natural

Lince ibérico. / FOTO_FRANK VASSEN (FLICKR)

El lince ibérico es el más pequeño de las cuatro especies de lince, con un peso de unos 14 kilos. Es un animal solitario y de hábitos crepusculares. Se caracteriza por los “pinceles” de las orejas y las barbas, así como por su pelaje moteado, único en cada individuo. Desde el punto de vista ecológico, su papel de superdepredador en lo más alto de la cadena alimentaria lo convierte en una “especie paraguas”, ya que controla la abundancia de otros depredadores menores y disminuye la presión sobre la principal presa base, el conejo de monte, que también constituye el alimento base de otras especies como el águila imperial. Ha pasado de ser un animal prácticamente desconocido a convertirse en un símbolo nacional de conservación, un atractivo para el turismo rural y un caso de éxito internacional reconocido por la IUCN que ha despertado el interés de los programas de conservación de otros felinos amenazados, como el leopardo de las nieves (India, Mongolia) o la pantera de Florida (EEUU).

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Un modelo de vida https://www.revistaitransporte.es/un-modelo-de-vida/ Wed, 08 Dec 2021 23:22:00 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=5717 Spanish model, que ya han adoptado otros países, y que ha salvado o mejorado la vida de más de 110.000 pacientes gracias al altruismo de más de 50.000 donantes.]]>

España, con 48,3 donantes de órganos por millón de habitantes en 2018, está muy cerca de conseguir el objetivo de alcanzar los 50 donantes, junto con el de llegar a 5.500 trasplantes anuales en 2022. Esta tasa duplica la media de la Unión Europea y supera la de EEUU, 32,8. Las cifras dan cuenta del éxito de un sistema que empezó a desarrollarse hace 30 años, cuando apenas se contabilizaban en el país 15 donantes por millón de habitantes.

La OMS calcula que entre un 5 y un 10% están relacionados con el tráfico ilegal de órganos, una práctica contra la que España ha presentado y logrado aprobar varias resoluciones ante Naciones Unidas.

Hoy, la Organización Mundial de la Salud (OMS), Naciones Unidas o el Consejo de Europa promueven la adopción del modelo español en otros países como alternativa al tráfico de órganos y al “turismo de trasplantes” (en España, solo pueden ser receptores ciudadanos españoles o extranjeros con residencia legal). Dentro de la Unión Europea ya han implantado el modelo, de forma total o parcial, Croacia, Italia, Francia, Portugal, República Checa, Hungría o Austria; y en el resto del mundo, países como Australia y Canadá han incorporado elementos del sistema. Además, desde hace 15 años, España mantiene una red de asesoramiento y formación con los países de América Latina. En todos ellos han aumentado tanto las tasas de donación como las de trasplantes.

Desde 2006, España colabora con la OMS gestionando el Registro Mundial de Trasplantes, según el cual en torno a 2 millones de personas al año necesitarían un trasplante, aunque solo se realizan unos 145.000. / FOTO_HOSPITAL CLÍNIC BARNA (A. CREUS y Á. GARCÍA)

El Spanish model empezó a articularse en 1989, con la aprobación de una ley basada en los principios de anonimato total y altruismo por parte del donante y su familia, con respeto total a su voluntad, así como de absoluta equidad en la distribución de los órganos disponibles entre los enfermos en espera según criterios médicos. Además, se definía la llamada “muerte encefálica” como equivalente científico legal y ético de la muerte “clásica” del individuo, y que debía ser diagnosticada por un equipo de médicos independiente del de trasplante.

Una carrera contra el tiempo

La ley, desarrollada posteriormente, establecía también la creación de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), dependiente del Ministerio de Sanidad. Este organismo se encarga desde entonces de gestionar y coordinar un doble proceso, que empieza con la detección de posibles donantes en los hospitales –mediante la figura de un coordinador o equipo, según el tamaño del centro–, la obtención del consentimiento de las familias y la puesta en marcha el proceso de extracción, conservación y traslado urgente de los órganos al hospital donde se realizará el trasplante. Simultáneamente, se localiza y traslada para su ingreso a los pacientes receptores compatibles, en una carrera contra el tiempo en la que el margen antes de que los órganos empiecen a deteriorarse, llamado tiempo de isquemia, es de apenas unas horas: el más reducido, en corazón y pulmón, en torno a unas 3-4 horas, y algo más largo, en el caso del riñón, el tipo de trasplante más frecuente. Debido a esto, y aunque el criterio predominante siempre es el médico y la gravedad del paciente, se aplica un criterio territorial para reducir al mínimo la distancia y evitar el deterioro de los órganos. La excepción es lo que se denomina una “urgencia cero”, es decir, un paciente tan crítico que tiene prioridad absoluta en todo el territorio nacional.

Homenaje a todos los profesionales de trasplantes por parte de la ciudad de Madrid. / FOTO_AYUNTAMIENTO DE MADRID

Y aunque según la ONT todavía alrededor de un 10% de los enfermos fallecen en espera, en los últimos 30 años más de 51.000 españoles han cedido sus órganos –de los que más de 5.000 han sido donantes vivos de riñón o hígado–, y se han llevado a cabo más de 116.000 trasplantes.

Actualmente, según el Ministerio de Sanidad, nueve de cada diez familias españolas consienten la donación de órganos, cada uno de las cuales ofrece a los pacientes que los reciben literalmente años de vida: de acuerdo con la Organización Nacional de Trasplantes, entre 31 y 56 años dependiendo del número de órganos.

Claves del modelo español de trasplantes

  • La figura del coordinador (o equipo de coordinación) de trasplantes en los hospitales para gestionar la donación inmediata, generalmente médicos intensivistas.
  • La identificación de potenciales donantes, tanto en los hospitales (UCIs, urgencias, ingresos), como en entornos extrahospitalarios (donación en asistolia o muerte circulatoria), y considerar donantes a mayores de 65 años.
  • Financiación pública del sistema, con reembolso de los gastos de la extracción y trasplante a los hospitales, lo que permite participar a los centros más pequeños. Para el paciente todo el proceso es completamente gratuito.
  • Formación continua de los profesionales sanitarios.
  • El papel de la ONT como agencia de servicios y de coordinación entre diferentes administraciones.
  • Legislación para definir y regular todo el proceso.
  • Labor divulgativa y atención continuada a los medios de comunicación, al objeto de aumentar el conocimiento de la población.

Fuente: ONT

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De La Pulga al Pokémon… español https://www.revistaitransporte.es/de-la-pulga-al-pokemon-espanol/ Tue, 31 Aug 2021 11:24:19 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=5410

En 1983 se publicó en el Reino Unido y luego en EEUU un videojuego de gran éxito llamado Bugaboo, también conocido en sus diversas versiones como The Flea, La Pulga en España. Pronto alcanzó el número uno en las listas de la prensa especializada. Creado por dos programadores extremeños, actualmente está considerado como el primer gran hito del desarrollo de software de entretenimiento en España, que hoy figura entre los 10 países del mundo con mayor mercado del sector y el quinto de Europa por volumen de facturación.

A La Pulga, que hoy da nombre a los premios nacionales del sector, siguieron durante los años 80 y primeros 90 otras producciones de gran acogida, como Sir Fred, Livingstone Supongo (ambos de 1986), La Abadía del Crimen (1987, inspirada en la película El nombre de la rosa) Commandos, PC Fútbol y muchas más. Todas ellas dieron origen a lo que hoy se conoce como ‘la edad dorada’ del software español, que terminó a comienzos de los 90 con la llegada de la tecnología de 16 bits.

Un segmento de actividad en auge son los serious games o juegos serios, que desarrollan cerca de una cuarta parte de las empresas españolas del sector. Su objetivo no es el entretenimiento, sino que se diseñan con fines educativos o de formación

Tras un paréntesis de algunos años, con el cambio de siglo y la revolución digital, se inicia el resurgimiento del sector. En 2010, se publica Castlevania: Lords of Shadow, desarrollado por el estudio madrileño MercurySteam. La firma japonesa Konami lo seleccionó entre otras propuestas norteamericanas y japonesas para rediseñar y renovar su producto. El resultado fue una superproducción con un presupuesto de 20 millones de euros, que dio lugar a dos secuelas y se convirtió en un éxito mundial de crítica y de ventas, y marcó un hito para el sector en España. Un sector que en los últimos 10 años ha experimentado un crecimiento sostenido tanto en facturación como en tejido empresarial, si bien se considera que existe un gran margen de expansión.

De acuerdo a los datos de la asociación DEV (Desarrollo Español de Videojuegos), en 2019 las empresas productoras de software de entretenimiento –unas 400 en total, la mayoría de pequeño tamaño y concentradas sobre todo en Cataluña y Madrid, y en menor medida en Valencia y Andalucía– facturaron 920 millones de millones de euros, un 13% más que el año anterior, de los que un 66% provienen de las ventas al exterior. El hecho de que el principal canal de distribución sea Internet, a través de plataformas globales, principalmente Steam, donde venden el 83% de los estudios españoles, lo facilita. Según DEV, las ventas físicas apenas representan un 4% del total. Norteamérica (28%) y Europa (23%), son los principales compradores de videojuegos españoles.

Las previsiones de DEV apuntan a que hasta 2023 el crecimiento anual en facturación será de un 17%, hasta los 1.700 millones de euros. En cuanto al empleo, se pasará de los algo más de 7.100 trabajadores actuales a los 8.500 empleos directos.

Videojuegos indie

Frente a los videojuegos globales y masivos, la industria española se caracteriza por la calidad de sus producciones independientes, que gozan de gran acogida internacional por la originalidad de su dinámica de juego y su estética. Entre las más recientes, algunas de las más exitosas son Temtem (2020), conocido como el Pokémon español, del estudio madrileño Crema Games, que vendió medio millón de unidades en Steam en su primer mes; o Blasphemous (2019), de los sevillanos The Game Kitchen, que mezcla el folclore del sur de España con aventuras de acción y combate a ritmo de guitarra y saeta (canto popular típico de la Semana Santa), y ha sumado ya un millón de jugadores en Steam.

Entre los más vendidos, jugados y premiados de los últimos años, destacan también They are billions, ambientado en un apocalipsis zombi diseñado por el estudio madrileño Numantian Games, que alcanzó el puesto 15 mundial en enero de 2018 en Twitch; Gris, de los barceloneses Nomada Studios, una historia intimista con estética de acuarela, que recibió numerosos premios y logró una valoración promedio de sobresaliente en la plataforma Steam; o The red strings club (2018), una aventura gráfica ciberpunk del estudio valenciano Deconstructeam.

Esports: Más allá de las pantallas

Semifinal League of Legends, Vistalegre 2019. / FOTO_RIOT GAMES

La pujanza del sector del videojuego no se limita solo al desarrollo de software, sino que abarca otras actividades de gran impacto económico, como los deportes electrónicos o esports: se trata de competiciones oficiales y profesionales de diferentes videojuegos de batalla y estrategia, como League of Legends (LoL), DOTA 2 (abreviatura de Defense of the Ancients 2), Fortnite, o Cs:Go (Counter-Strike: Global Offensive).Todos ellos generan audiencias millonarias, no solo online vía streaming (en directo) en plataformas como Twitch, propiedad de Amazon, sino también, y hasta la llegada de la pandemia, presencialmente. Es decir, con público que acude a grandes recintos a ver en vivo a sus equipos y jugadores favoritos. España ha acogido alguna de estas competiciones, como la final de 2018 y los cuartos y semifinales del Campeonato Mundial de League of Legends, celebrados en noviembre de 2019 en el Palacio de Vistalegre de Madrid, al que asistieron 8.000 espectadores en vivo, y otros 1,7 millones online durante las dos semanas de encuentros.

Los deportes electrónicos en España generaron 35 millones de euros en 2019, 22,5 millones en concepto de publicidad, que junto con los patrocinios son las principales fuentes de ingresos, según la AEVI (Asociación Española de Videojuegos). El sector da empleo a 600 personas, de las que 250 son jugadores profesionales, y España representa aproximadamente el 4% de la economía mundial de esports, cuenta con 2,9 millones de seguidores –de los que el 55% es mayor de 25 años– y es el país número 12 en audiencia de esports a nivel mundial, la mayoría vía online, con el porcentaje de aficionadas femeninas más elevado de toda Europa, un 36%.

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Bellezas costeras https://www.revistaitransporte.es/bellezas-costeras/ Sun, 04 Apr 2021 22:23:49 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=5207

Los casi 8.000 kilómetros de costas españolas ofrecen a los aficionados al mar una enorme variedad de instalaciones y actividades náuticas, desde las más básicas en pequeños puertos hasta exclusivas marinas de lujo equipadas con todos los servicios imaginables. De acuerdo a los datos de la Federación Española de Asociaciones de Puertos Deportivos y Turísticos (FEAPDT), España cuenta actualmente con cerca de 300 puertos deportivos, que ofrecen en total 130.000 amarres. El mayor número se concentra en los puertos del Mediterráneo, sobre todo en Cataluña y Baleares, aunque también en Valencia y Andalucía, que, junto con Galicia, reúnen de forma cerca del 78% de la oferta total.

En términos absolutos, el récord lo ostenta la marina de Empuriabrava, en Girona, una ciudad de vacaciones situada en la desembocadura del río Muga con 14.000 viviendas, 23 kilómetros de canales y 5.000 amarres, construida en los años 60, inicio del despegue turístico en España.

Más de la mitad de los puertos deportivos españoles son de pequeño tamaño, con menos de 300 amarres, mientras que los situados en zonas como las bahías de Palma de Mallorca y Cádiz, la costa de Alicante o la comarca del Maresme catalán, rondan el millar y medio de plazas cada uno.

Casi ocho de cada diez puertos deportivos están gestionados por empresas privadas mediante concesiones, o por clubes náuticos, entidades sin ánimo de lucro centradas en las actividades deportivas y de ocio. El resto son de titularidad pública, estatal, autonómica o local, exclusiva o compartida.

Las siete islas del archipiélago canario, de larga tradición náutica por su ubicación estratégica y sus vientos alisios, cuentan con 40 puertos deportivos bien equipados, desde los mayores como el de Las Palmas de Gran Canaria, con más de 1.000 atraques, Pasito Blanco, al sur, en la zona turística de Maspalomas, o Puerto Calero, en Lanzarote; hasta el más pequeño en la isla de El Hierro, con 120, si bien aptos para embarcaciones de hasta 30 metros. Destacan también Tazacorte, en La Palma, Los Gigantes, en Tenerife –situado junto a los acantilados del mismo nombre– o El Castillo, en Fuerteventura.

En Murcia, cabe mencionar el puerto deportivo Tomás Maestre, en la Manga del Mar Menor, que ofrece plazas para 1.800 embarcaciones de hasta 30 metros y dos muelles para superyates, y el Yacht Port, en Cartagena.

Las costas norte y noroeste de España, bañadas por el Cantábrico y el Atlántico, cuentan con puertos de gran atractivo como la Marina del Cantábrico, en Santander, con 1.300 atraques; y otros más pequeños como Laredo o Santoña. En Asturias, el mayor es el de Gijón, con casi 800 puestos de atraque; y en el País Vasco, los de Getxo y Hondarribia. En Galicia, destacan los puertos deportivos de Sanxenxo o Baiona, en Pontevedra, y Sada, en A Coruña, todos ellos con entre 300 y 400 amarres. Desde 2016, la asociación de puertos deportivos del norte de España, North Marinas, ofrece la posibilidad de realizar el Camino de Santiago por mar. Los requisitos: solo a vela, navegar un mínimo de 100 millas náuticas y, eso sí, realizar a pie los últimos 10 kilómetros hasta la Catedral. Las credenciales se pueden sellar en todos los puertos.

Los puertos baleares organizan competiciones de vela de fama internacional, como son: la Copa del Rey de vela o el Trofeo Ciutat de Palma; o la Copa del Rey de barcos de época, en Mahón. Otras citas deportivas importantes son: el Trofeo de la Reina (Valencia), la Christmas Race (Palamós), o el Trofeo Príncipe de Asturias (Baiona).

La costa española está llena de puertos con encanto como los menorquines de Ciutadella, en el casco viejo de la ciudad, o Mahón que, con sus 6 kilómetros de longitud, es uno de los puertos naturales más grandes del mundo. Mogán, en Gran Canaria, es conocido como “la pequeña Venecia” de la isla por sus canales; la marina de El Rompido, en Cartaya, Huelva, es un inusual enclave fluvial situado en un parque natural. El malagueño Puerto Marina, en Benalmádena, se caracteriza por su pintoresca arquitectura mezcla de estilos indios, árabes y andaluces; el puerto de Combarro, en Pontevedra, por sus tradicionales hórreos, mientras que Port de la Selva (Girona), es un puerto natural a los pies de una tranquila población marinera de casas blancas en plena Costa Brava.

Los grandes yates, generadores de riqueza

La gran mayoría de las embarcaciones de recreo en España tienen esloras entre 6 y 8 metros, de acuerdo con los datos de matriculaciones. Pero los puertos españoles, en especial los mediterráneos, son un destino muy demandado por un segmento de usuarios minoritario, pero de gran impacto económico: los grandes yates, unos 10.000 en todo el mundo. Según la ley española se clasifican en ‘superyates’, entre 30 y 60 metros; ‘megayates’, hasta 90; y ‘gigayates’, los que superan los 90 metros, muchos de ellos destinados al chárter (alquiler).

Estas grandes naves, que suelen pasar el invierno occidental en el Mediterráneo y partir hacia el Caribe en otoño, requieren instalaciones y servicios muy específicos de alto valor añadido. Los puertos de Palma de Mallorca, Barcelona y Tarragona cuentan con astilleros especializados. Los puertos deportivos de las islas Baleares, que suman en total unos 3.000 amarres, figuran entre los más exclusivos y demandados del Mediterráneo. Entre ellos, destaca Marina Port Ibiza, que dispone de 1.400 amarres para embarcaciones de recreo, de los que 85 están preparados para grandes yates. El puerto deportivo de Palma de Mallorca ofrece lujosas instalaciones y más de 200 amarres de hasta 50 metros, mientras que a unos 20 kilómetros de la capital, en la bahía de Calviá, el ultramoderno Port Adriano, diseñado por Philippe Stark, puede albergar naves aún mayores, de hasta 100 metros, y destaca por su oferta gastronómica y de moda.

En la Península, Puerto Banús, en Marbella, y Sotogrande, en Cádiz (que con más de 1.100 atraques es el mayor puerto deportivo andaluz), son focos de atracción para megayates. La provincia de Barcelona acoge 24 de los 44 puertos deportivos y marinas del litoral catalán. De ellos, los tres de la Ciudad Condal son los de mayor capacidad: Port Vell, Port Fòrum, y el Puerto Olímpico. El crecimiento de la demanda ha impulsado proyectos como la nueva marina para megayates del puerto de Málaga, que dispondrá de 31 atraques para naves de entre 30 y 100 metros y todo tipo de servicios. Creará más de 800 empleos y se estima que el impacto económico del proyecto ronde los 100 millones de euros.

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El reino de los castillos https://www.revistaitransporte.es/el-reino-de-los-castillos/ Sun, 13 Dec 2020 12:01:13 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=4953

Tras la llegada de los musulmanes a la Península Ibérica a través del Estrecho de Gibraltar, en el año 711, se inició un largo periodo de casi ocho siglos conocido como la ‘Reconquista’, durante el que los reinos cristianos fueron avanzando de norte a sur, ganando lentamente terreno. La etapa termina con la victoria de los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, sobre el último baluarte musulmán, el reino de Granada, en 1492, fecha del Descubrimiento de América, que pone fin a la Edad Media y marca el inicio de la Edad Moderna. Hasta ese momento, y a partir del siglo VII, el avance de los primitivos reinos peninsulares, iniciado en lo que hoy es Asturias, dejó su huella en forma de múltiples edificaciones con fines defensivos o de vigilancia: torres, murallas, ciudadelas y, sobre todo, castillos.

Entretanto, los musulmanes también construyeron sus propios palacios, como el alcázar de Sevilla (siglo X), o la Aljafería de Zaragoza, del siglo XI. Entre las fortificaciones destacan las alcazabas o ciudadelas amuralladas, equipadas tanto para uso residencial como defensivo, y situadas en núcleos urbanos, como las de Almería, Mérida, Tarifa, Badajoz, Málaga o Calatrava la Vieja, en Ciudad Real.

Todos los castillos, con independencia de su estado de conservación, están protegidos por el Estado bajo la Ley de Patrimonio Histórico para impedir su destrucción

En el contexto medieval, con una sociedad rural estructurada en señoríos y con monarquías aún incipientes, el castillo, a menudo edificado sobre antiguos fuertes romanos, era el refugio de nobles y campesinos ante los largos asedios. La aparición de las armas de fuego de largo alcance, a partir de mediados del siglo XV, transformó por completo las tácticas y estrategias militares y los castillos perdieron su función inicial.

Los elementos arquitectónicos más característicos de un castillo medieval son: la ubicación en un punto elevado del terreno; un recinto amurallado con patio de armas, alojamientos, establos, aljibes y otras dependencias; y la torre del homenaje, de la que carecen los fuertes islámicos. Un vistoso ejemplo es la del castillo de la Mota, en Valladolid, de 40 metros de altura, o las del castillo morisco de Burgalimar, en Baños de la Encina (Jaén), añadidas por los cristianos tras la toma de la plaza, a principios del siglo XIII.

Los castillos peninsulares solían contar también con un foso (Castillo de Coca, Segovia); puertas protegidas con refuerzos metálicos, rastrillos, barbacanas o antemuros y puentes levadizos. Los muros y torres disponen de almenas para los arqueros y otros elementos defensivos como los matacanes (salientes en los muros para dar ventaja a los defensores).

La importancia de estas construcciones es tal que dieron su nombre a uno de los antiguos reinos cristianos, la Corona de Castilla, a las actuales comunidades autónomas de Castilla y León y Castilla-La Mancha, y a la ciudad y provincia de Castellón. Numerosas poblaciones incorporan hoy la denominación ‘castillo’ en sus topónimos, o bien alguno relacionado –como torre, torrejón, etc.– o sus versiones árabes: alcalá, alcázar, alcocer, etc. Algo similar ocurre con el apellido ‘Castillo’, que en España ocupa el número 44 entre los 100 más usuales, según el Instituto Nacional de Estadística.

A diferencia de muchos castillos centroeuropeos, propiedad de los señores feudales, en la Península la propiedad de los castillos en la Edad Media solía ser de la Corona, que los ponía bajo la autoridad de un alcaide. A partir de los siglos XV y XVI los monarcas encomendaron su defensa a familias nobles (Manzanares el Real, Madrid) o a órdenes militares, como los caballeros de San Juan (Peñarroya en Argamasilla de Alba, Ciudad Real; Consuegra, en Toledo) o la Orden del Temple (castillo de Ponferrada, en León) que construyó a su vez el castillo de Peñíscola, en Castellón.

Castillos auténticos…

Los principales rasgos diferenciadores que distinguen a un genuino castillo medieval de otras grandes construcciones palaciegas son dos, según los expertos: su finalidad militar, que condiciona su diseño y ubicación, y que el origen de su construcción se sitúe entre los siglos VIII y XVI. Así, por ejemplo, los define la Asociación para la Recuperación de los Castillos en Aragón (ARCA), que considera que, a partir del Renacimiento, muchas construcciones deben ser denominadas “fuertes” o palacios, pero no estrictamente castillos. Lo cierto es que, a falta de cifras oficiales, según el inventario de la Asociación Española de Amigos de los Castillos, en España hay actualmente unas 20.000 construcciones de uno u otro tipo, en todos los estados de conservación. De ellas, se estima que unas 2.600 son castillos medievales.  Entre los que mejor conservan sus estructuras originales destacan los de Gormaz, en Soria, de estilo árabe, con el mayor perímetro amurallado de Europa; Consuegra, en Toledo, de estilo románico (siglo XII) o Manzanares el Real, en Madrid, iniciado en el siglo XV.

...y no tanto

La fascinación que despiertan los castillos medievales se refleja en algunas construcciones (o reconstrucciones) contemporáneas que los imitan. En el siglo XIX, el romanticismo puso de moda lo medieval; así, se edificaron los castillos de Bendinat en Calviá (Mallorca), de estilo neogótico; o el de Láchar, en Granada. Más modernos aún son los de San José de Valderas, en Alcorcón (Madrid), de principios del siglo XX, o el de Cebolleros, en Burgos, construido artesanalmente desde finales de 1978 por un particular, de manera similar al de la catedral de Mejorada del Campo, en Madrid. Otros son fruto de reconstrucciones de castillos auténticos hechas sin rigor histórico o añadiendo elementos arquitectónicos y decorativos de otras épocas, países o estilos, con resultados estéticos variables (castillos de Butrón, en Gatica, Vizcaya; y Olite, en Navarra, entre otros).

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Un mar de conocimiento https://www.revistaitransporte.es/un-mar-de-conocimiento/ Tue, 18 Aug 2020 18:51:28 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=4630

Con tres fachadas marítimas –cantábrica, atlántica y mediterránea–,  España ocupa el puesto 14 y el tercero de Europa entre los países con más kilómetros de costa, más de 7.900, debido a su condición peninsular y a sus dos archipiélagos, Baleares y Canarias. La llamada ‘economía azul’, es especialmente importante para España, primer productor pesquero de la Unión Europea con un 20% de la producción y casi una cuarta parte de la flota. En acuicultura ocupa el 20º lugar del mundo, según datos de 2019 de la Asociación Empresarial de Acuicultura de España, APROMAR. Actualmente, ante la amenaza global del cambio climático, la sobreexplotación de los recursos marinos y la contaminación de mares y océanos, la investigación y protección del medio marino son más vitales que nunca.

Los principales centros de investigación oceanográfica en España se articulan en torno a dos grandes instituciones públicas de ámbito estatal: el Instituto Español de Oceanografía (IEO), creado en 1914, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC, fundado en 1939, la agencia estatal para la investigación científica y el desarrollo tecnológico, que engloba la investigación marina en su área de Recursos Naturales.

Con más de cien años de historia, el Instituto Español de Oceanografía cuenta con una sede central en Madrid y nueve centros de investigación, situados en A Coruña, Baleares (Palma), Cádiz, Canarias (Tenerife), Gijón, Málaga, Murcia, Santander y Vigo; cinco plantas de experimentación de cultivos marinos, 12 estaciones mareográficas, una estación receptora de imágenes de satélite (en el centro oceanográfico de Santander) y una flota de una veintena de embarcaciones. Cuenta, además, con un submarino no tripulado capaz de operar a más de 2.000 metros de profundidad, el ROV (Remote Operated Vehicle) LIROPUS 2000. El Instituto representa a España en la mayoría de los foros científicos y tecnológicos internacionales y es el asesor oficial del Gobierno en materia de pesca. Sus investigaciones se desarrollan en tres áreas: recursos pesqueros, acuicultura y estudio y protección del medio ambiente marino, y, actualmente, desarrolla más de 270 proyectos.

En las plantas de cultivos marinos del IEO se han conseguido hitos pioneros como la reproducción con éxito del pulpo común en cautividad, por primera vez en el mundo: concretamente en el centro oceanográfico de Vigo en 2018. En el centro oceanográfico de Murcia, situado en la localidad de Mazarrón, se encuentra una instalación científica catalogada como “singular” por la Administración española: la Infraestructura para el Cultivo del Atún Rojo (ICAR), única en el mundo para la especie. Está formada por la Planta de Cultivos Marinos y la Instalación para el Control de la Reproducción del Atún Rojo del Atlántico (ICRA). La planta de Canarias se centra en el cultivo de peces marinos y cefalópodos, mientras que la de El Bocal, en Santander, es la mayor instalación de España dedicada al cultivo de algas para alimentación humana.

Por su parte, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), dentro de su área de Recursos Naturales, cuenta con distintos Institutos, que operan de manera autónoma y descentralizada, y la Unidad de Tecnología Marina, que gestiona y presta apoyo a la flota oceanográfica y a las dos bases polares españolas.

Entre los institutos del CSIC, destaca el de Ciencias Marinas de Barcelona, el mayor centro de investigación marina de España.  Dos grupos de investigación de este centro forman parte de la mayor expedición científica en el Ártico de la historia, MOSAIC. Promovida por una institución alemana, se inició en septiembre de 2019 con investigadores de 20 países a bordo del rompehielos alemán Polarstern, para pasar un año estudiando el calentamiento global. Vigo es también la sede del Instituto de Investigaciones Marinas del CSIC, que entre sus logros recientes ha conseguido la reproducción en cautividad del hipocampo o caballito de mar, en peligro de extinción.

Otros centros del CSIC en España son el Instituto de Torre de la Sal en Torreblanca, Castellón, y el Instituto de Ciencias Marinas de Andalucía, en Cádiz, especializados en acuicultura; el Centro de Estudios Avanzados de Blanes, Girona, o el Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) en Mallorca, un centro mixto con la Universidad de las Islas Baleares que investiga sobre el “cambio global” (el impacto de la actividad humana en la biosfera) y desarrolla instrumentación para la investigación marina. Participa, además, en otra infraestructura científica singular, el SOCIB o Sistema de Observación Costero de las Illes Balears, que recoge y proporciona datos de gran valor para salvamento marítimo, entre otras aplicaciones.

El CSIC lideró en 2010 la mayor expedición oceanográfica española hasta la fecha: bautizada Malaspina en honor al capitán de fragata de la Armada Española Alejandro Malaspina (1754-1810), recorrió en nueve meses 75.000 kilómetros, con más de 250 investigadores a bordo de los buques oceanográficos Hespérides y Sarmiento de Gamboa. El proyecto estudió en aguas profundas y en tres océanos múltiples fenómenos que afectan al medio marino (calentamiento, acidificación, desoxigenación, contaminación, microoorganismos marinos, población de peces, etc.) y recogió más de 200.000 muestras, algunas hasta a 4.000 metros de profundidad, de las que cerca de 20.000 forman parte de un banco que permanecerá sellado durante 30 años para su estudio en el futuro.

Además de los centros de investigación, desde 2016 España cuenta con una innovadora infraestructura: la Plataforma Oceánica de Canarias (PLOCAN), gestionada por un consorcio formado por el Gobierno central y el de la Comunidad Autónoma de Canarias. Situada en Telde, Gran Canaria, es una de las más grandes de este tipo en Europa. Su principal instalación es una plataforma oceánica ubicada a milla y media de la costa, en un área reservada de 23 km2 que se usa como banco de ensayos. Dispone de  drones marinos y otros equipamientos de última generación, y actualmente desarrolla, entre otros, proyectos de energías renovables de origen marino, cambio climático, desalación de agua, aprovechamiento de recursos costeros, conservación de cetáceos, contaminación acústica marina, y robótica e innovación para la investigación marina.

Las bases españolas en la Antártida

Base española en la Antártida Juan Carlos I. / FOTO_CSIC

Las dos bases españolas en el Polo Sur se encuentran en el archipiélago de las Shetland del Sur y solo están operativas durante los cuatro meses del verano austral. El Comité Polar Español coordina sus actividades, mientras que la logística es responsabilidad de la Unidad de Tecnología Marina del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La Base Juan Carlos I, inaugurada en 1988, está situada en la Península Hurd de la Isla Livingston, a unas 20 millas de navegación de la base española Gabriel de Castilla, abierta en 1989. Situada en Isla Decepción, depende del Ejército de Tierra y del CSIC, en cuanto a la gestión científica. Ambas investigan sobre geología, biología, glaciarismo, atmósfera, química, impacto humano, ingeniería de comunicaciones, meteorología, cambio climático, vulcanología, geodesia, hidrografía y oceanografía

La flota oceanográfica española

Buque oceanográfico Hespérides. / FOTO_CSIC

Desde 2013, España ha unificado la gestión de su flota de investigación oceanográfica, (adscrita al IEO o al CSIC) bajo la unidad FLOTPOL. Parte de esta flota está clasificada como como ‘Infraestructura Científico-Técnica Singular’, o ICTS.  Está formada por un total de 10 buques oceanográficos, incluyendo el Hespérides de la Armada Española, de 82,5 metros de eslora. Con base en Cartagena (Murcia), entró en servicio en 1991 y fue completamente modernizado entre 2003 y 2004. Ha llevado a cabo más de 120 campañas en la Antártida, en el Ártico y en los océanos Pacífico y Atlántico, y colabora en el apoyo a las dos bases antárticas españolas. Su equipamiento científico está íntegramente gestionado por la Unidad de Tecnología Marina del CSIC.

  • Flota del CSIC: el principal buque es el Sarmiento de Gamboa, de 70,5 metros de eslora, botado en 2006. Cuenta con tecnologías avanzadas de navegación (como el posicionamiento dinámico) y fue el primer buque oceanográfico español que pudo trabajar con vehículos operados por control remoto a grandes profundidades. Además, el CSIC dispone de dos buques de ámbito regional, el García del Cid, con base en Barcelona, que opera en el Mediterráneo Occidental, la zona ibérica del Atlántico y las Islas Canarias, y el Mytilus, botado en 1997, con base en Vigo y que opera sobre todo en la costa gallega.
  • Flota del IEO: Entre la veintena de embarcaciones de que dispone, destacan los dos buques oceanográficos gemelos Ramón Margalef y Ángeles Alvariño, de 46 metros, entregados en 2011 y 2012. El Francisco de Paula Navarro, por su parte, es un barco polivalente con base en Palma de Mallorca, que se utiliza principalmente en el Mediterráneo. A esta flota se sumará un nuevo buque oceanográfico de cerca de 90 metros y alcance global, que tendrá base en Cádiz y que se prevé esté operativo a partir de 2023. El proyecto está financiado por la Comisión Europea.
  • El consorcio Sistema de Observación Costero de las Islas Baleares (SOCIB) cuenta con un catamarán de 24 metros que se emplea en la respuesta rápida ante vertidos de petróleo y en estudios para la conservación del atún rojo y proliferación de medusas.

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Brindis por el vino español https://www.revistaitransporte.es/brindis-por-el-vino-espanol/ Fri, 10 Apr 2020 15:12:49 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=4517

Un territorio como el español, por su extensión, orografía y diversidad climática, produce una gran variedad de vinos; cuenta con 90 denominaciones de origen de las que apenas unas pocas son conocidas para el consumidor internacional. España es el país del mundo con más superficie de viñedos: en 2019, según los datos del Ministerio de Agricultura, 952.829 hectáreas. Produce la cuarta parte de todo el vino europeo, que, a su vez, contienen tres de cada cuatro botellas que se consumen en el mundo. La facturación total de las alrededor de 4.000 bodegas españolas –de las que el 75% exporta al exterior– asciende a más de 7.000 millones de euros y el sector aporta alrededor del 1% del PIB. De hecho, tras Italia y Francia, es el tercer productor mundial de vino y el primer exportador por volumen, principalmente de vinos a granel sin denominación o indicación geográfica protegida (DOP/IGP). Este tipo de vinos suponen más de la mitad de la producción total y aproximadamente el mismo porcentaje de las exportaciones, de las que solo entre un 30 y un 40% corresponden a vinos de calidad. De estos últimos, Riojas y Cavas sobre todo, y a mayor distancia, Cariñenas, Utiel-Requena, Almansa, Valdepeñas y Jerez son los más vendidos en el exterior por volumen. Reino Unido y Alemania son los principales aficionados al vino español, y fuera de la Unión Europea, México, Estados Unidos, China o Canadá.

España produce una gran variedad de vinos y cuenta con 90 denominaciones de origen protegidas

En España se cultivan unas 120 variedades de uva autóctonas, algunas ligadas a zonas o comarcas muy concretas. Así, en las costas atlánticas y cantábrica –lo que se conoce como la ‘España verde’– se cultivan variedades adaptadas al clima húmedo de las que nacen los Albariños gallegos o los Txakolís vascos. En la extensa área central del país, de clima seco continental, con las variedades Garnacha y Tempranillo (sobre todo) se elaboran tintos rotundos como los castellanos y leoneses de Ribera del Duero, los Riojas, o los vinos del Bierzo, en León, producidos con la uva tinta Mencía y la blanca Godello. También castellanas y leonesas son las denominaciones de origen Toro, Rueda o Cigales. Cataluña produce el 90% del cava español –vino espumoso con DO elaborado desde el siglo XIX según el método francés champenoise– sobre todo en las comarcas del Penedés, Costers del Segre y Alella, con las variedades autóctonas Parellada y Xarel-lo, si bien también se produce en algunas áreas de la Rioja, Extremadura o Navarra. Además del cava, su vino más exportado, Cataluña cuenta con más de media docena de otras denominaciones de origen, entre ellas Priorato o Monsant.

Andalucía es la cuna de los vinos españoles más famosos del mundo: los de Jerez o Sherry (del árabe Sherish). Todos tienen en común que se producen en la provincia de Cádiz, con la variedad de uva Palomino (o Pedro Ximénez en el caso de los vinos dulces) y en el territorio de los nueve municipios conocido como ‘el Marco de Jerez’: Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Chiclana de la Frontera, Chipiona, Puerto Real, Rota, Trebujena y Lebrija, esta última perteneciente a la provincia de Sevilla. Los diferentes tipos de vinos provienen de los diversos procesos de elaboración: crianza biológica o con ‘velo de flor’ (levaduras que evitan la oxidación), u oxidativa (envejecimiento natural en ‘botas’ o barricas de roble americano), contenido en azúcares (según el cual se clasifican de seco a dulce), y graduación alcohólica final tras el proceso de adición de aguardiente vínico, denominado ‘fortificación‘ o ‘encabezado’.

Muchas de las denominaciones de origen españolas son aún poco conocidas, debido a su pequeño tamaño (59 de las 90 existentes) a pesar de la calidad de sus vinos, como las de Lanzarote (Canarias), Menorca (Baleares), Arlanza o Arribes (Castilla León), Ribera del Guadiana (Extremadura) o Somontano (Aragón). / FOTO_ALEJANDRO ESPINOSA (FLICKR)

Denominaciones de origen de vinos de España

ENOTURISMO: MÁS QUE VINO

En un país como España, segundo destino turístico mundial y que en 2019 batió de nuevo su propio récord al recibir 83,7 millones de visitantes, no podía faltar una oferta turística vinculada al vino. Según la asociación española de Ciudades del Vino (ACEVIN), en 2019, este sector generó 80 millones de euros y tres millones de visitantes, de los que una cuarta parte son internacionales. España cuenta con 30 ‘rutas del vino’, que permiten conocer las diferentes denominaciones de origen.

Las grandes bodegas son los destinos enoturísticos por excelencia. Con más de medio millón de visitas en 2019, las de Jerez encabezan la lista: Tío Pepe, de González Byass; Osborne, en El Puerto de Santa María o las Bodegas Hidalgo La Gitana, en Sanlúcar de Barrameda, por citar sólo algunas. Después es el cava el vino que despierta mayor interés entre los enoturistas. En Cataluña, algunas de las bodegas más destacadas son: Cordorniu, en San Sadurní d’Anoia (Barcelona), fundada en 1551, la más antigua de España; o la bodega Castillo Perelada, con su espectacular conjunto monumental.

De la D.O. Rioja, las más visitadas y las que más reconocimientos internacionales han conseguido son Viña Tondonia, en Haro, localidad donde también se celebra cada dos años la Cata del Barrio de la Estación, uno de los eventos enológicos y gastronómicos más concurridos del país: ; Vivanco, en Briones, Ysios, en Laguardia (Álava), con sus instalaciones diseñadas por Santiago Calatrava, o el ultramoderno complejo diseñado por Frank O. Gehry, para las bodegas Marqués de Riscal, en Elciego (Álava). La Abadía de Santa María de Retuerta, en Sardón del Duero (Valladolid), del siglo XII, se ha convertido en una bodega con hotel de cinco estrellas y restaurante con estrella Michelín.  En la D.O. Ribera del Duero, Bodegas Portia, en Gumiel de Izán (Burgos), muestra su vanguardista sede firmada por Norman Foster.

Otras propuestas para adentrarse en el mundo del vino español son acudir al Salón de ‘Vinos radicales’, que desde hace seis ediciones reúne anualmente en Madrid bodegueros de toda España que siguen estrictamente métodos artesanales de cultivo y elaboración. Con producciones mínimas y a menudo altos precios, otra opción son los ‘vinos de garaje’ (elaborados en muy pequeñas cantidades y de gran calidad) como los de la bodega Dominio de Pingus, en Quintanilla de Onésimo, Valladolid, que produce algunos de los caldos más exclusivos y premiados del país.

LA FAMA MUNDIAL DEL JEREZ

Los vinos de Jerez son conocidos y exportados desde la Antigüedad, si bien su despegue industrial y los actuales métodos de crianza se definen en el siglo XIX. Actualmente, siguen recibiendo innumerables reconocimientos. Entre los más recientes, el galardón como ‘mejor vino del mundo’ del International Wine Challenge 2019, concedido a Tío Pepe Cuatro Palmas, de 53 años. Se trata de un amontillado muy viejo, una de las principales variedades, junto con el fino, un vino blanco y seco de crianza biológica mínima de dos años en roble americano; el oloroso,  que se ‘encabeza’ hasta los 17º y pasa a crianza oxidativa directamente; la manzanilla, fino elaborado en Sanlúcar de Barrameda; y el palo cortado, un vino inicialmente fino, de alta graduación y muy largo envejecimiento. Su nombre viene de la marca de tiza que se hace en la barrica al inicio de la crianza.

Otros jereces muy valorados son los vinos dulces naturales, que se elaboran con la variedad de uva Pedro Ximénez. Fuera de Andalucía, este tipo de caldos también se producen en Valencia y en la cuenca media del Ebro, con uva Moscatel; y en Jumilla, Yecla, Alicante y Almansa, a partir de la variedad Monastrell.

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No son gigantes… sino aerogeneradores https://www.revistaitransporte.es/no-son-gigantes-sino-aerogeneradores/ Wed, 27 Nov 2019 19:27:23 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=4271

Uno de los más célebres pasajes de la novela de Miguel de Cervantes es el capítulo VIII, que narra el encuentro de Don Quijote con los molinos de viento de las llanuras manchegas, contra los que arremete al confundirlos con gigantes, a pesar de las advertencias de Sancho Panza. El caballero, junto con su montura Rocinante, acaba mal parado al ser arrastrado por las aspas del molino.

Todo lo contrario de lo que le ha sucedido al sector eólico español, que figura entre los primeros del mundo. Hoy, los tradicionales molinos manchegos, convertidos en atracción turística, conviven con más de 20.000 ultramodernos aerogeneradores repartidos por más de 1.100 parques eólicos por todo el país, que ya producen el 19% de la electricidad que se consume al año en España. Con 23.484 megavatios, es el quinto país del mundo y segundo en Europa en potencia eólica instalada, si bien no es Castilla-La Mancha, sino Castilla-León (seguida de Galicia) la comunidad autónoma con mayor potencia instalada. La eólica es ya la primera fuente de energía renovable en España, y la segunda del mix energético.

La energía eólica se produce cuando las corrientes de aire horizontales (las verticales no tienen la energía dinámica suficiente) mueven las palas de un aerogenerador. Esa energía cinética (originada por el movimiento) se transmite a una turbina, que la transforma en electricidad. Esta pasa a través de una  línea eléctrica hasta una subestación de distribución de la red, desde donde llega al usuario final. Para poder instalar un parque es necesario que la velocidad media del viento en la zona alcance como mínimo 21 km/h.

España ha sido pionera en el desarrollo de la energía eólica. Después de Grecia, fue el primer país europeo en instalar un parque eólico, en Garriguella (Girona), en abril de 1984. Este despegue industrial temprano, unido a las favorables condiciones geográficas y climáticas del territorio, han logrado que el sector eólico español se haya convertido en uno de los más potentes e innovadores del mundo. La inversión en I+D alcanza el 7,25%, muy superior a la media nacional, y España ocupa el sexto puesto mundial y tercero de Europa en solicitud de patentes eólicas.

Y la demanda global crece año tras año: la imperiosa necesidad de frenar el cambio climático, sustituyendo las fuentes de energía procedentes de combustibles fósiles por energías limpias y renovables, y la constante mejora de la tecnología de aerogeneración han impulsado un gran crecimiento mundial del sector. La Agencia Internacional de la Energía (AIE) prevé que en 2021 el 28% de la demanda energética mundial se cubrirá con energías renovables.

Entre ellas, la obtenida del viento es la número uno y satisface ya el 5% de la demanda eléctrica mundial. Actualmente, según el Consejo Mundial de Energía Eólica, la potencia global instalada supera el medio millón de megavatios; solo en 2017, se incrementó en 52.573 megavatios, el tercer mayor aumento desde al año récord de 2014. A nivel europeo, la eólica suministra ya el 12% de la electricidad del continente, y un tercio de ella se produjo en España.

Impacto económico

De acuerdo a los datos de AEE, la principal asociación nacional del sector eólico, en 2018 este aportó 3.394,7 millones de euros al Producto Interior Bruto español, un 0,31%, entre contribución directa e indirecta, y empleó a 22.578 personas. Compuesto por más de dos centenares de empresas, presentes en más de 35 países, el sector eólico español abarca todos los eslabones de la cadena de valor: desde la fabricación de equipos –hay 207 centros de fabricación en 16 de las 17 comunidades autónomas– hasta la instalación, la puesta en servicio y el mantenimiento. Destaca la intensa actividad exportadora, que en 2018 sumó 2.391 millones de euros: España es el cuarto exportador del mundo de aerogeneradores, solo superado por China, Dinamarca y Alemania.

Limpia… pero no inocua

A pesar de tratarse de una energía “limpia” su producción no está exenta de impactos ambientales. De hecho, para instalar un parque eólico se requiere una Declaración de Impacto Ambiental favorable por parte de la administración, que no siempre se obtiene.

Por una parte, el empleo de energía eólica permite reducir las emisiones contaminantes –25 millones de toneladas de CO2 en 2018, según la Asociación Eólica Española, AEE– al tiempo que ahorrar el coste que supondría el adquirir combustibles fósiles (1.506 millones de euros, lo que hubieran costado los 9,2 millones de toneladas de petróleo equivalentes).

Por otro lado, los parques eólicos provocan diferentes tipos de afecciones al medio ambiente. Las más importantes son: el impacto paisajístico por las características de las instalaciones (maquinaria en altura, ubicaciones elevadas, gran número de equipos); el acústico (generación de ruido), la alteración de los suelos, y sobre todo, la mortandad de aves y murciélagos, que impactan contra las aspas de los aerogeneradores. Las organizaciones ecologistas denuncian estos impactos mientras que la industria propone aerogeneradores más potentes –con lo que se podría reducir su número– e incluso sin aspas, como el que está desarrollando una pequeña empresa española ubicada en Ávila.

El reto de los parques marinos

Existen dos tipos de parques eólicos, según su ubicación: terrestres (inshore) y marinos (offshore) Estos últimos generan más energía (los vientos son más fuertes y constantes) pero su coste de instalación es entre un 30 y un 50% superior al de un parque terrestre.

En España, por ahora, tan solo opera, en fase de prototipo, una instalación offshore: un aerogenerador llamado Elisa, con 5 megavatios de potencia, situado en Gran Canaria, que empezó a producir electricidad en abril de 2019. Hay un motivo de peso para este escaso desarrollo: el litoral español es demasiado abrupto y profundo; no hay plataforma continental como sí ocurre en las costas de otros países, como Reino Unido, Alemania, Dinamarca o Suecia. Sin embargo, las empresas españolas son líderes en tecnología de parques eólicos marinos.

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La joya del arte nazarí https://www.revistaitransporte.es/la-joya-del-arte-nazari/ Thu, 29 Aug 2019 16:21:39 +0000 https://www.revistaitransporte.es/?p=4038

La Alhambra es un conjunto monumental construido entre los siglos IX y XVI, situado en lo alto de una escarpada colina frente al barrio del Albaicín de Granada. Con unos tres millones y medio de visitantes anuales, es, junto con la basílica de la Sagrada Familia de Barcelona diseñada por Antonio Gaudí (con 4,5 millones de visitas al año) el monumento más visitado de España, y figura también habitualmente en la lista de los más populares del mundo.

Está formado por una fortaleza militar, una medina o ciudad, varios palacios y jardines y otras edificaciones, en su mayoría construidas por los sultanes durante la dominación musulmana de la Península, tras el traslado de su capital a Granada. Esta etapa termina en 1492, el mismo año del descubrimiento de América por Cristóbal Colón, con la toma por los Reyes Católicos del reino nazarí de Granada, el último territorio en manos musulmanas.

A partir de este momento, el recinto pasa a manos de los monarcas cristianos que añaden algunas construcciones, como el palacio de estilo renacentista encargado por el emperador Carlos V en 1526, o la iglesia de Santa María, terminada en 1618, en la ubicación de una antigua mezquita. Tras una etapa de abandono, en el siglo XIX y con la llegada del movimiento cultural del romanticismo, se renueva el interés por el conjunto monumental, que comienza a restaurarse. En 1898, la Alhambra pasa a manos del estado español y poco después es declarada ‘monumento nacional’. Entrado el siglo XX, se crea el patronato que hoy lo gestiona, dependiente del Gobierno regional andaluz, y en 1984 obtiene la declaración de ‘patrimonio de la Humanidad’ de la Unesco.

Ciudad palatina

Pese a la extensión del recinto, rodeado de unos dos mil metros de muralla y una treintena de torres, y a la variedad de edificaciones de interés de distintas épocas, lo que ha hecho mundialmente famosa a la Alhambra son los palacios y jardines de la época musulmana y en concreto de la dinastía nazarí. A pesar de la característica baja calidad de los materiales constructivos de la arquitectura islámica  –yeso, ladrillo o madera– y la sobriedad exterior, las estancias interiores son de una belleza y calidad artística que la hacen única. Sus jardines y patios, adornados con albercas, estanques y fuentes –como el célebre surtidor del Patio de los Leones, quizá la imagen más reconocible del conjunto–, son también responsables de la singularidad y la fama universal de la Alhambra.

El recinto se sitúa en un emplazamiento elevado que inicialmente se usó como puesto militar, se cree que probablemente ya desde la época romana, conocido como colina Sabika. El primer palacio fue construido a mediados del siglo XIII por el monarca Mohammed ibn Yusuf ben Nasr, más conocido por Alhamar, nombre del que se cree que se deriva ‘Alhambra’; aunque otras teorías sugieren que la denominación significa “fortaleza roja”. Aunque no es este el color de las edificaciones, se atribuye al efecto óptico que producía la iluminación nocturna de las antorchas durante su construcción. Los sucesivos monarcas siguieron añadiendo palacios y estancias, además de reforzar la zona militar amurallada, la Alcazaba, donde destacan la Plaza de Armas, las torres de la Vela y de las Armas y los Jardines del Adarve. Al recinto amurallado se accede por varias puertas; las más importantes son la Puerta de las Armas, las del Arrabal, la de la Justicia y la de Siete Suelos.

En la ciudadela (Medina) se encontraban las viviendas para nobles y plebeyos, además de baños públicos (hammam), hornos, talleres, silos y cisternas. Aquí se localizan los Jardines del Generalife y los Palacios Nazaríes:  El Mexuar, el Palacio de Comares o de Yusuf I y el Palacio de los Leones, o de Mohammed V. En esta área –y no por casualidad, sino para simbolizar el triunfo de la cristiandad sobre el Islam– se levantó tres siglos después el palacio de Carlos V, con su insólito patio circular. Frente a los palacios se encuentra el acceso a la Rauda, el cementerio real, y el Palacio del Generalife, una casa de recreo de los sultanes de Granada, famosa por sus huertos y jardines, adornados con fuentes y acequias. En estos jardines se encuentra una construcción singular: la Escalera del Agua, con un pasamanos en forma de canal por el que corre el agua.

Un elemento muy representativo de la arquitectura islámica y que abunda en la Alhambra son los patios, entre los que destacan el de los Leones, con su famosa fuente; el Patio de la Reja, con un balcón en la parte sur; el Patio de Comares
o de los Arrayanes, con su acequia flanqueada por setos, o el Patio de Lindaraja, al que da el mirador del mismo nombre.

En el interior de los palacios, se encuentran las salas y salones usados por los sultanes para recibir a dignatarios extranjeros, celebrar fiestas o impartir justicia, todas ellas con una fabulosa decoración que cubre las paredes, los arcos, las columnas y los techos, y que combina elementos caligráficos, azulejos y mocárabes (piezas de yeso similares a un panal). Entre ellas, destacan el Salón de los Embajadores, donde se situaba el trono del sultán; la Sala de los Abencerrajes, la de las Dos Hermanas o la de los Mocárabes, con espectaculares cúpulas estrelladas. En la Sala de los Reyes, los techos están adornados con pinturas, mientras que en otras estancias, como el Cuarto Dorado, la techumbre es de madera.

Otras construcciones de gran interés son los miradores, que ofrecen vistas panorámicas de la ciudad, como el Peinador de la Reina, de origen nazarí pero modificado durante el Renacimiento, y el Mirador de Lindaraja o Daraxa, donde además de las vistas, destacan sus ricos alicatados.

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Mágicos y desconocidos https://www.revistaitransporte.es/magicos-y-desconocidos/ https://www.revistaitransporte.es/magicos-y-desconocidos/#respond Mon, 13 May 2019 06:11:20 +0000 http://www.revistaitransporte.es/?p=3843

Los parques naturales, a diferencia de los nacionales, son declarados por las regiones o comunidades autónomas, que tienen las competencias exclusivas en su gestión. España cuenta con 132, que resultan fundamentales para la protección del medio ambiente, ya que abarcan una superficie total de 3,5 millones de hectáreas (frente a las algo más de 380.000 hectáreas de los 15 parques nacionales existentes), alrededor de un 7% de la superficie del país.

Estos extensos espacios protegidos son grandes desconocidos tanto para el público nacional como para el turismo internacional, que suele asociar España con un destino de “sol y playa”. Sin embargo, el territorio nacional ofrece una variedad orográfica, geológica y climática que, junto con la acción humana, a lo largo de los siglos ha generado paisajes de una sorprendente diversidad, con una riqueza faunística y vegetal igualmente variada.

Áreas de montaña

Los primeros pasos en protección de espacios naturales en España datan de principios del siglo XX, con la declaración en 1918 de lo que hoy es el parque nacional de los Picos de Europa, primero de España y el segundo del mundo (tras Yellowstone, en EEUU, declarado en 1872).

En la vertiente leonesa de esta cordillera que separa Castilla y León de Asturias se encuentra, precisamente, el más reciente hasta la fecha: el parque natural de Babia y Luna, declarado en 2015, junto con el de las Cabeceras de los ríos Ter y Freser, en Girona (Cataluña). Se trata de un área de montaña de gran valor paisajístico y etnográfico, vinculada al pastoreo y a la ganadería trashumante.  Alberga poblaciones de lobo ibérico salvaje, aves alpinas y rapaces, y bisonte europeo (en reservas), entre otras especies, como el autóctono caballo hispano-bretón.

La lista de parques naturales en áreas de montaña, en un país con uno de los relieves más accidentados de Europa, es muy larga. Entre otros muchos, cabe mencionar los parques naturales de Somiedo y Redes, en Asturias. En este último se encuentra el Tabayón del Mongayu, un salto de agua de 60 metros de altura de origen glaciar, declarado monumento natural en 2003.

Agua y roca

La interacción entre la roca y el agua ha producido espectaculares lagunas de montaña como la de Certascan, en el parque natural del Alto Pirineo, en Cataluña, o la Laguna Negra y los Circos Glaciares de Urbión, en Soria. Entre las provincias de Salamanca y Cáceres se sitúa el parque natural de Las Batuecas-Sierra de Francia, donde se encuentra el Meandro del Melero, un paisaje realmente mágico y poco conocido donde una cerradísima curva del río forma un meandro unido a la orilla por una estrecha franja de terreno, pero que desde el Mirador de la Antigua tiene el aspecto de una isla en medio de un bosque.

La España interior esconde otras maravillas también esculpidas por la acción del agua, como las Hoces del río Duratón, al noreste de Segovia, o el Cañón del río Lobos, entre Soria y Burgos. En la provincia gallega de Ourense, el parque natural Baixa Limia-Serra do Xurés alberga la desembocadura del arroyo de A Fecha en forma de cascada, que en época de lluvias es la más alta de Galicia. En la provincia de Guadalajara se sitúa el parque natural del Alto Tajo, con sus cañones y hoces fluviales, y agujas y monolitos de caliza y arenisca roja sobre las que vuelan águilas reales, halcones peregrinos, alimoches, buitres leonados y búhos reales.

Tesoros verdes

El haya, característica de los bosques templados europeos, es protagonista en espacios como el Hayedo de Tejeda Negra en Guadalajara y el parque natural de Pagoeta, en Guipúzcoa. En las Fragas del Eume, en A Coruña, robles, abedules, castaños y otras especies forman un frondoso bosque a las orillas del mar. En las islas Canarias, que cuentan con 11 parques naturales, cabe mencionar la Corona Forestal de Tenerife o el Pinar de Tamabada de Gran Canaria.

Por otro lado, el mayor bosque de alcornoques de la península ibérica se halla en el parque natural de Los Alcornocales, en la provincia de Cádiz, y en el parque natural de la Sierra de María-Los Vélez, al norte de Almería, se puede visitar una sabina albar de más de mil años de antigüedad. En el parque natural de las Sierras de Cazorla crecen casi un centenar de pinos de más de 1.300 años, y el que se considera el tejo milenario más antiguo de Europa, de más 2.000 años de edad.

Desiertos y costas

En el otro extremo paisajístico se encuentran las zonas desérticas, como las del parque natural de Cabo de Gata, en Almería. Lo singular es que unos mil kilómetros al norte, en Navarra, se encuentra el desierto de las Bárdenas Reales, un árido paisaje lunar que resulta difícil asociar con una región tan septentrional. En él se encuentra el monumento natural conocido como Castildetierra, una peculiar formación rocosa cónica fruto de la erosión. Hacia el este, el parque natural de la Garrotxa, en Girona, oculta otra sorpresa geológica: más de 40 conos volcánicos y 20 coladas de lavas basálticas. También de origen volcánico es el archipiélago y parque natural Islas Columbretes, en Castellón.

El extenso litoral español, de más de 5.900 kilómetros, cuenta con numerosos espacios naturales protegidos, como las lagunas salinas de La Mata y Torrevieja, en Alicante, y las Albuferas de Valencia y Mallorca, donde se pueden encontrar, entre otras aves, vistosos flamencos, al igual que en el parque natural Ses Salines de Ibiza y Formentera, en Baleares. En cuanto a la fauna marina, el parque natural Islote de Lobos, al nordeste de Fuerteventura, en Canarias, recibe su nombre de las focas monje o lobos marinos que lo habitan. Por su parte, el parque natural del Estrecho de Gibraltar está considerado uno de los mejores lugares de Europa para el avistamiento de cetáceos, como delfines, cachalotes, rorcuales, calderones y una población permanente de orcas ibéricas, que se alimentan de atún rojo del Mediterráneo.

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