Un territorio como el español, por su extensión, orografía y diversidad climática, produce una gran variedad de vinos; cuenta con 90 denominaciones de origen de las que apenas unas pocas son conocidas para el consumidor internacional. España es el país del mundo con más superficie de viñedos: en 2019, según los datos del Ministerio de Agricultura, 952.829 hectáreas. Produce la cuarta parte de todo el vino europeo, que, a su vez, contienen tres de cada cuatro botellas que se consumen en el mundo. La facturación total de las alrededor de 4.000 bodegas españolas –de las que el 75% exporta al exterior– asciende a más de 7.000 millones de euros y el sector aporta alrededor del 1% del PIB. De hecho, tras Italia y Francia, es el tercer productor mundial de vino y el primer exportador por volumen, principalmente de vinos a granel sin denominación o indicación geográfica protegida (DOP/IGP). Este tipo de vinos suponen más de la mitad de la producción total y aproximadamente el mismo porcentaje de las exportaciones, de las que solo entre un 30 y un 40% corresponden a vinos de calidad. De estos últimos, Riojas y Cavas sobre todo, y a mayor distancia, Cariñenas, Utiel-Requena, Almansa, Valdepeñas y Jerez son los más vendidos en el exterior por volumen. Reino Unido y Alemania son los principales aficionados al vino español, y fuera de la Unión Europea, México, Estados Unidos, China o Canadá.

España produce una gran variedad de vinos y cuenta con 90 denominaciones de origen protegidas

En España se cultivan unas 120 variedades de uva autóctonas, algunas ligadas a zonas o comarcas muy concretas. Así, en las costas atlánticas y cantábrica –lo que se conoce como la ‘España verde’– se cultivan variedades adaptadas al clima húmedo de las que nacen los Albariños gallegos o los Txakolís vascos. En la extensa área central del país, de clima seco continental, con las variedades Garnacha y Tempranillo (sobre todo) se elaboran tintos rotundos como los castellanos y leoneses de Ribera del Duero, los Riojas, o los vinos del Bierzo, en León, producidos con la uva tinta Mencía y la blanca Godello. También castellanas y leonesas son las denominaciones de origen Toro, Rueda o Cigales. Cataluña produce el 90% del cava español –vino espumoso con DO elaborado desde el siglo XIX según el método francés champenoise– sobre todo en las comarcas del Penedés, Costers del Segre y Alella, con las variedades autóctonas Parellada y Xarel-lo, si bien también se produce en algunas áreas de la Rioja, Extremadura o Navarra. Además del cava, su vino más exportado, Cataluña cuenta con más de media docena de otras denominaciones de origen, entre ellas Priorato o Monsant.

Andalucía es la cuna de los vinos españoles más famosos del mundo: los de Jerez o Sherry (del árabe Sherish). Todos tienen en común que se producen en la provincia de Cádiz, con la variedad de uva Palomino (o Pedro Ximénez en el caso de los vinos dulces) y en el territorio de los nueve municipios conocido como ‘el Marco de Jerez’: Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Chiclana de la Frontera, Chipiona, Puerto Real, Rota, Trebujena y Lebrija, esta última perteneciente a la provincia de Sevilla. Los diferentes tipos de vinos provienen de los diversos procesos de elaboración: crianza biológica o con ‘velo de flor’ (levaduras que evitan la oxidación), u oxidativa (envejecimiento natural en ‘botas’ o barricas de roble americano), contenido en azúcares (según el cual se clasifican de seco a dulce), y graduación alcohólica final tras el proceso de adición de aguardiente vínico, denominado ‘fortificación‘ o ‘encabezado’.

Muchas de las denominaciones de origen españolas son aún poco conocidas, debido a su pequeño tamaño (59 de las 90 existentes) a pesar de la calidad de sus vinos, como las de Lanzarote (Canarias), Menorca (Baleares), Arlanza o Arribes (Castilla León), Ribera del Guadiana (Extremadura) o Somontano (Aragón). / FOTO_ALEJANDRO ESPINOSA (FLICKR)

Denominaciones de origen de vinos de España

ENOTURISMO: MÁS QUE VINO

En un país como España, segundo destino turístico mundial y que en 2019 batió de nuevo su propio récord al recibir 83,7 millones de visitantes, no podía faltar una oferta turística vinculada al vino. Según la asociación española de Ciudades del Vino (ACEVIN), en 2019, este sector generó 80 millones de euros y tres millones de visitantes, de los que una cuarta parte son internacionales. España cuenta con 30 ‘rutas del vino’, que permiten conocer las diferentes denominaciones de origen.

Las grandes bodegas son los destinos enoturísticos por excelencia. Con más de medio millón de visitas en 2019, las de Jerez encabezan la lista: Tío Pepe, de González Byass; Osborne, en El Puerto de Santa María o las Bodegas Hidalgo La Gitana, en Sanlúcar de Barrameda, por citar sólo algunas. Después es el cava el vino que despierta mayor interés entre los enoturistas. En Cataluña, algunas de las bodegas más destacadas son: Cordorniu, en San Sadurní d’Anoia (Barcelona), fundada en 1551, la más antigua de España; o la bodega Castillo Perelada, con su espectacular conjunto monumental.

De la D.O. Rioja, las más visitadas y las que más reconocimientos internacionales han conseguido son Viña Tondonia, en Haro, localidad donde también se celebra cada dos años la Cata del Barrio de la Estación, uno de los eventos enológicos y gastronómicos más concurridos del país: ; Vivanco, en Briones, Ysios, en Laguardia (Álava), con sus instalaciones diseñadas por Santiago Calatrava, o el ultramoderno complejo diseñado por Frank O. Gehry, para las bodegas Marqués de Riscal, en Elciego (Álava). La Abadía de Santa María de Retuerta, en Sardón del Duero (Valladolid), del siglo XII, se ha convertido en una bodega con hotel de cinco estrellas y restaurante con estrella Michelín.  En la D.O. Ribera del Duero, Bodegas Portia, en Gumiel de Izán (Burgos), muestra su vanguardista sede firmada por Norman Foster.

Otras propuestas para adentrarse en el mundo del vino español son acudir al Salón de ‘Vinos radicales’, que desde hace seis ediciones reúne anualmente en Madrid bodegueros de toda España que siguen estrictamente métodos artesanales de cultivo y elaboración. Con producciones mínimas y a menudo altos precios, otra opción son los ‘vinos de garaje’ (elaborados en muy pequeñas cantidades y de gran calidad) como los de la bodega Dominio de Pingus, en Quintanilla de Onésimo, Valladolid, que produce algunos de los caldos más exclusivos y premiados del país.

LA FAMA MUNDIAL DEL JEREZ

Los vinos de Jerez son conocidos y exportados desde la Antigüedad, si bien su despegue industrial y los actuales métodos de crianza se definen en el siglo XIX. Actualmente, siguen recibiendo innumerables reconocimientos. Entre los más recientes, el galardón como ‘mejor vino del mundo’ del International Wine Challenge 2019, concedido a Tío Pepe Cuatro Palmas, de 53 años. Se trata de un amontillado muy viejo, una de las principales variedades, junto con el fino, un vino blanco y seco de crianza biológica mínima de dos años en roble americano; el oloroso,  que se ‘encabeza’ hasta los 17º y pasa a crianza oxidativa directamente; la manzanilla, fino elaborado en Sanlúcar de Barrameda; y el palo cortado, un vino inicialmente fino, de alta graduación y muy largo envejecimiento. Su nombre viene de la marca de tiza que se hace en la barrica al inicio de la crianza.

Otros jereces muy valorados son los vinos dulces naturales, que se elaboran con la variedad de uva Pedro Ximénez. Fuera de Andalucía, este tipo de caldos también se producen en Valencia y en la cuenca media del Ebro, con uva Moscatel; y en Jumilla, Yecla, Alicante y Almansa, a partir de la variedad Monastrell.