En la primavera de 1987, el arqueólogo peruano Walter Alva acudió a la llamada de la policía local, que había detectado actividad de saqueadores en un yacimiento arqueológico del siglo II situado en Sipán, a 35 kilómetros de la ciudad de Chiclayo, en el departamento de Lambayeque, al norte de Perú. Los restos hallados, que incluyen la primera tumba y ajuar funerario intactos de un gobernante mochica con su séquito, conocido hoy como ‘el Señor de Sipán’, fueron comparados posteriormente con descubrimientos como el de la tumba de Tutankamón en Egipto o el propio complejo de Machu Picchu, al sur del país. En las excavaciones se hallaron posteriormente otros 15 enterramientos y unas dos mil piezas de orfebrería de oro y plata, valoradas según algunas estimaciones en más de 16 millones de dólares. Hoy, se exponen en el moderno Museo de las Tumbas Reales de Sipán, inaugurado en 2002, que dirige el propio Alva y que atrae 160.000 visitantes al año.

Sipán y su tesoro, que es una de las joyas del patrimonio cultural peruano y mundial, transformó la realidad demográfica y sociecónomica de Chiclayo que, a diferencia de otras ciudades peruanas, no es de origen hispánico, sino indígena, y fue el epicentro de las culturas prehispánicas lambayeque y moche. Hoy, con 600.000 habitantes, es la cuarta ciudad más poblada de Perú, tras Lima, Arequipa y Trujillo. En un radio inferior a 35 kilómetros del centro urbano se encuentran también otros importantes enclaves arqueológicos, como el Valle de las Pirámides de Túcume, patrimonio de la Humanidad, y museos como el de Sicán, en Ferreñafe, o el Brüning, en Lambayeque, el más antiguo de la zona, dedicado también a las culturas prehispánicas locales.

A estos atractivos turísticos se unen las playas de la región, como las de San José, Pimentel y Santa Rosa, aunque el turismo de sol y playa está lejos de tener el impacto del cultural. Pese a ello, en los últimos años se han reconfigurado los flujos turísticos del país, que antes de la década de los 90 se dirigían, fundamentalmente, hacia el centro y la capital, Lima, a 770 kilómetros de distancia por carretera, y hacia el sur, con el complejo de Machu Picchu y las llanuras de Nazca como principales polos de atracción para los visitantes nacionales y extranjeros.

Tanto el Gobierno central como el regional y el sector privado son conscientes de que el potencial de desarrollo turístico de Lambayeque y su capital, Chiclayo, cuenta con grandes márgenes de desarrollo. La modernización y ampliación de su aeropuerto, dedicado al aviador y héroe nacional José Quiñónez Gonzales, es un paso fundamental para impulsar el turismo. La tarea corresponde al gestor del aeropuerto, la sociedad Aeropuertos de Perú, AdP, que recibió en 2006 la concesión del Gobierno peruano dentro de un paquete con otros 11 aeródromos.

El aeropuerto de Chiclayo se inauguró en 1956 y, aunque tiene la categoría de internacional desde 1994, las primeras operaciones regulares de este tipo comenzaron el 28 de junio de 2016 con la inauguración de dos vuelos semanales de Copa Airlines al aeropuerto de Tocumen, en Panamá. En 2015, según datos de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), registró 7.813 operaciones, 431.840 pasajeros y 731.120 kilogramos de carga aérea.

AdP pretende incrementar estas cifras e impulsar Chiclayo como un hub aéreo para toda la región norte de Perú. El objetivo es quintuplicar el tráfico de pasajeros hasta llegar a los 2,1 millones en el año 2031. Con ese objetivo ha puesto en marcha un proceso de modernización que prevé la repavimentación de la pista, de 2.520 metros de largo por 45 de ancho, y una vez aprobados los estudios de viabilidad, la construcción de un nuevo edificio terminal, además de la remodelación de los accesos y otras obras de mejora, que incluyen una nueva torre de control, SEI, hangares, zona de combustibles, terminal de carga, etc.

Dado que se trata de una concesión cofinanciada, la legislación obliga a planificar tanto las actuaciones como la inversión necesaria y contar con la aprobación del Gobierno peruano antes de iniciar las obras. En diciembre de 2014, AdP adjudicó al consorcio formado por Ineco y la ingeniería peruana CESEL–que también trabajan en la supervisión de las obras de ampliación del aeropuerto Jorge Chávez, de Lima– la elaboración de estos estudios de preinversión relativos al perfil y la factibilidad.

Primera fase

Los estudios de la primera fase, relativos al perfil, se centran en identificar las alternativas de inversión y en evaluar los aspectos técnicos, económicos, sociales y de impacto ambiental del proyecto de modernización. Durante esta etapa, se han desarrollado tanto el diseño conceptual general del proyecto como el diseño conceptual específico del edificio terminal y otras edificaciones. El objetivo de estos estudios es delimitar los aspectos clave del proyecto –qué se necesita y cómo se financiará– para su aprobación tanto por el concesionario AdP como por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones.

Las tareas realizadas incluyen un análisis de capacidad y demanda, el estudio de las servidumbres aeronáuticas y el diseño conceptual general, que permite definir unos criterios básicos para todo el proyecto. Así, en lo que se refiere al lado aire, se ha estudiado qué longitud de pista sería la más adecuada según el tipo de aeronaves que utilizan el aeropuerto; qué diseño de las calles de salida rápida sería el más eficiente, cómo distribuir los puestos de estacionamiento en la plataforma, cómo se realizará el acceso a pie de los viajeros para reducir los tiempos de escala, etc.

En el lado tierra, se ha analizado cómo lograr los recorridos más cortos y cómodos; y los flujos de pasajeros entre los puntos clave (facturación-control de seguridad-puertas de embarque) para evitar las colas. Se ha planteado un crecimiento modular de las instalaciones que permita ajustarse a la demanda y se ha estudiado cómo conseguir que los accesos al aeropuerto sean rápidos y estén bien conectados con el entorno. Además, se busca que los servicios básicos como cafetería o aparcamientos se presten guardando un equilibrio con todos los demás requisitos funcionales.

Además de realizar el diseño conceptual específico del edificio terminal, que analiza los aspectos arquitectónicos, el emplazamiento, la forma y tamaño, los materiales y el diseño de espacios, se ha llevado a cabo el análisis de la inversión necesaria y comparativa de las alternativas; un estudio de impacto ambiental y la gestión de las autorizaciones y coordinación general del proyecto.

Segunda fase

La segunda fase de estudios es la de factibilidad, que profundiza en los aspectos técnicos fundamentales de la primera fase, como la localización y tamaño de la nueva infraestructura, la tecnología a implementar, el calendario de ejecución de obra y la gestión financiera. Así, en lo que se refiere al lado aire se llevará a cabo el diseño geométrico de la pista, así como los diseños del pavimento y de la señalización horizontal y vertical y ayudas luminosas, de las obras de drenaje y de los sistemas y equipos de navegación aérea.

Tesoros bajo tierra

Los estudios llevados a cabo por Ineco también han tenido en cuenta el entorno físico y socioeconómico del aeropuerto, marcado por el potencial turístico y la actividad agroindustrial. Según AdP, el desarrollo del aeropuerto permitirá impulsar ambas actividades, tanto el turismo como la exportación de productos agrícolas. Entre ellos, destaca el espárrago, del que Perú es el primer exportador mundial de este vegetal fresco y el segundo en conserva; más de la mitad se cultiva en la costa norte. El departamento (región) de Lambayeque, de la que es capital Chiclayo, es el quinto del país con mayor producción de este vegetal, que se exporta tanto fresco como en conserva o congelado a Europa, Estados Unidos y otros países de América del Sur. Por ello, el concesionario ha anunciado que el aeropuerto contará con instalaciones refrigeradas para este tipo de carga aérea. En lo que se refiere al turismo, la ciudad de Chiclayo se encuentra en el circuito de la ‘Ruta Moche’, impulsado por el Gobierno peruano, un itinerario que conecta numerosos puntos de interés cultural y arqueológico en torno al eje Chiclayo-Trujillo. Según el Ministerio de Comercio Exterior y Turismo de Perú, en 2015 llegaron a Lambayeque más de 923.000 turistas, lo que supone un crecimiento de más del 7,4%  respecto al año anterior. El 77% de los visitantes extranjeros lo hizo por vía aérea, lo que convierte al aeropuerto de Chiclayo en la puerta de entrada del turismo internacional en la región. 58-reportajes-chiclayo-5